Crypto desde afuera

Tecnología Informal:
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26 - Crypto desde afuera - Tecnología Informal Vendí mis quince bitcoins a sesenta dólares cada uno pensando que hice el trade financiero de mi vida. Perdieron más de la mitad de los fondos de los usuarios en un ataque presuntamente interno. Bienvenidos a Tecnología Informal, un espacio para hablar de carrera, de inversión, de producto, de cultura y de todo lo relacionado con startups. Yo soy Gabriel Benmergui, y soy programador con más de una década de experiencia viviendo y trabajando en California, Estados Unidos. Crypto hoy en día es una tecnología conocida y corriente. Mueve miles de millones de dólares, captura la imaginación de artistas con NFTs, la utilizan como monedas corrientes, pero ni Bitcoin ni Ethereum nacieron de las startups, vinieron desde afuera. En el episodio de hoy vamos a ver cómo las startups experimentaron este fenómeno. Bitcoin nació en el 2009 con un autor anónimo, Satoshi Nakamoto, y se movía en círculos de fanáticos de criptografía. Los círculos de ciberseguridad y criptografía siempre fueron de fuerte tendencia libertaria y habían tenido varios experimentos tratando de reemplazar la moneda. Peter Thiel participaba de estas comunidades y en su libro “De cero a uno” habla explícitamente de que su idea original de PayPal era reemplazar el dólar americano por un instrumento digital. En el período 2002-2006 surgió Liberty Reserve, una empresa en Costa Rica que tenía un dólar digital convertible y que fue rápidamente utilizado para lavar dinero y otros usos tradicionalmente ilegales. Este servicio fue cerrado rápidamente por el FBI y sus creadores puestos tras las rejas. Bitcoin nace con una queja explícita por el arreglo entre los bancos y los estados durante la crisis del 2008, en un ambiente donde se sabía que jugar con la moneda era motivo suficiente para la cárcel. El diseño e implementación del producto estaba para resistir la censura, el ataque directo estatal para eliminar la red, y aún así poder hacer intercambios de dinero entre personas. Yo me encontré con bitcoin en el 2011. Tenía un servicio online llamado Kaya.gs, donde podías jugar Go en vivo en un sitio web con cualquier persona del mundo. Explorando la posibilidad de poner monedas virtuales para apostar o dar premios, Googleé "virtual currency" y caí en la página de bitcoin. Lo que vi era inexplicable. Un producto totalmente nuevo con incentivos extraños y una propuesta tecnológica desconocida. Al ver que el producto tenía costos de transacción altos y que tardaban quince minutos en confirmarse, lo descarté para mi servicio, pero quería saber más de la comunidad y fui a los foros de bitcoin. Pocas veces sentí que entré en un nido de víboras como en ese momento. Bitcoin, como comunidad, era extremista ideológicamente y también enfocada enormemente en la especulación financiera. Se hablaba de gente comprando GPUs para armar mining rigs, y para conseguir algo de bitcoin tenías que hacer enormes vericuetos, tan difícil que la manera más fácil de conseguir bitcoin era minarlos. Finalmente, un usuario de Kaya me quiso pagar el servicio con bitcoin y acepté. Quince bitcoins que en su momento valían siete dólares cada uno. En el 2013 yo me mudé a San Francisco para trabajar en Stripe. En marzo del 2013 es una fecha inolvidable porque ocurrieron tres cosas. El dólar blue en Argentina se despegó del oficial y empezó la brecha cambiaria, saltó de seis pesos a nueve pesos. Yo me mudé a San Francisco para un nuevo trabajo y una nueva vida, y bitcoin saltó de once dólares a doscientos cincuenta dólares para abril. Cuando ocurrió esto, bitcoin estaba en boca de todos, era una verdadera locura que haya explotado tanto. Yo, afín al bitcoin, pero no un fanático, quise vender mis bitcoins en ese momento. La venta era totalmente regular, tenías servicios que al recibir bitcoins te mandaban saldo de PayPal, una especie de cueva digital. Yo vendí mis quince bitcoins a sesenta dólares cada uno pensando que hice el trade financiero de mi vida, mandándolos a una dirección online sin saber si me iban a pagar. El exchange más grande del mundo en el momento era Mt. Gox, llamado así por Magic: The Gathering Online Exchange. Era un exchange amateur con una implementación técnica espantosa y muy insegura basada en Japón. Este exchange fue protagonista del hack más grande de su época de cripto. Perdieron más de la mitad de los fondos de los usuarios en un ataque presuntamente interno y tuvieron que cerrar las puertas. El escape de los fondos de Mt. Gox congestionaron la red de bitcoin y explotaron el precio de la moneda que llegó a superar los mil dólares. Los dos casos de uso más populares de bitcoin de la época eran Silk Road, un sitio de la dark web para vender drogas que operaba en Estados Unidos, y las apuestas online. Satoshi Dice era un sitio donde uno podía realizar apuestas que eran criptográficamente demostrables. Es decir, que el sitio no podía hacer trampa sin que lo sepas. Existían, además de loterías y tómbolas, los famosos esquemas Ponzi. Literalmente se llamaban Ponzi. Ambos casos de uso fueron eventualmente cerrados, demostrando que bitcoin no era garantía de impunidad. Cuando bitcoin explotó en marzo, las startups no estaban psicológicamente preparadas para este evento. Silicon Valley estaba muy acostumbrada a ser el centro de la innovación. Tenía pocos años de su primera revolución popular con Y Combinator que democratizó la industria a una mucho más accesible. Pero aún así, como industria está acostumbrada a ser el centro de la atención mundial. Aún las empresas extranjeras se radican en Estados Unidos y mantienen vínculos formales o no formales con la industria, los inversores y la comunidad. Bitcoin fue distinto. Empezó más como un movimiento orgánico, sin un líder ni una concepción tradicional. No había nadie con quien hablar o entender nada, solo una comunidad que inspiraba muy poca confianza. En el 2013, con la explosión de bitcoin en los medios, muchas empresas adoptaron bitcoin como medio de pago. Coinbase misma se posicionaba como un competidor de PayPal. Querían ayudar a negocios a aceptar pagos de bitcoin en lugar de dólares. Coinbase fue realmente contrarian, y a contracorriente. Aunque su unidad de negocios para comerciantes no prosperó, su posicionamiento en el mercado le dio enormes beneficios a largo plazo. Bitcoin no prosperó como sistema de pago porque con su popularidad subieron las network fees, el costo de transaccionar. La dificultad de resolver este problema hizo que la red no cumpliera su promesa y perdió momentum. La crítica a bitcoin era que era una moda, ya que su utilidad era muy limitada. Crypto se calmó hasta que apareció Vitálik Buterin en enero del 2017. Vitálik había pasado por el programa de Thiel Fellowship, un programa para abandonar la universidad y emprender, y revolucionó el espacio con su idea de una Blockchain que sea Turing-complete, es decir, que sea una computadora. Una apuesta realmente innovadora para competir con bitcoin y vino con ideas como las DAO, organizaciones descentralizadas para tomar decisiones, y los contratos inteligentes, un lenguaje y sistema para manejar código que corre en la Blockchain. Una vez más, esta innovación se hizo muy por fuera del ecosistema de startups. Vitálik no tenía una startup y manejó todo esto de manera independiente. Una innovación fueron los ERC-20, que era un contrato sobre Ethereum que te dejaba crear tus propias monedas. Para entender lo que pasó luego, hay que entender cómo funcionan las inversiones en tecnología y en Estados Unidos. Estados Unidos regula celosamente lo que puede ser utilizado como moneda y le compite al dólar. Y también regula el mercado de capitales con la SEC, la Securities and Exchange Commission. La SEC tiene un marco normativo regulatorio con el supuesto propósito de mantener los mercados financieros transparentes y seguros. Bajo estas reglas, crear una empresa y vender acciones tiene todo tipo de limitaciones, lo que podés decir y lo que podés hacer. Y en consecuencia, el costo de armar financiamiento de proyectos es complejo y oneroso. Una de estas reglas es el "accredited investor". Para ser un inversor acreditado, uno tiene que tener un ingreso por arriba de 200 mil dólares anuales o más de 1 millón de dólares en activos. Las startups de tecnología solo pueden vender acciones a personas acreditadas. Esto genera una barrera artificial para el financiamiento que le da una gran ventaja a los inversores institucionales y profesionales. En la época dorada de Kickstarter, esto era un problema muy obvio. Los proyectos querían fondearse para existir, pero no podían dar participaciones en sus proyectos porque entrarían en el marco regulatorio de la SEC. Lo único que podían hacer eran preventas. Estos requerimientos, en términos económicos, generan un "build up", una demanda insatisfecha de objetos de inversión, y si uno pudiese librarse de esas reglas podría conectar oferta y demanda. Así surgió el boom de las ICO, Initial Coin Offerings, donde la gente pedía fondos a cambio de entregar monedas crypto para varios proyectos. En el verano de 2017, miles de millones de dólares de demanda insatisfecha terminaron en estos activos novedosos y, francamente, de muy baja calidad. Esto creó un nuevo boom en el 2017, terminando en diciembre con bitcoin en 20 mil dólares. Ya con dos criptomonedas teniendo éxitos financieros descontrolados en el mercado, se volvió imposible ignorar el movimiento y las VCs entraron en proyectos de ICO. Coinbase se consolidó como el exchange más importante de Estados Unidos y se abrieron las compuertas. Cientos de startups de crypto nacieron y fueron fundadas. En esta época, se creó OpenSea, donde actualmente trabajo como Front End Engineer. El espacio tenía aspecto de burbuja y se pinchó en enero del 2018 con bitcoin cayendo rápidamente luego de la histeria. Finalmente, la SEC prohibió las ICO, ya que calificaban como securities y el boom también desapareció. La historia de los usos ilegales de bitcoin, más la burbuja de las ICO y los encontronazos regulatorios, siguieron alimentando una narrativa común y negativa contra crypto. En startups, el mantra más famoso es “hacer productos que la gente quiera consumir”, pero crypto obtiene precio y tecnología antes de encontrar casos de uso claros como con los productos tradicionales. Esto sigue siendo un desafío el día de hoy en crypto, donde la tecnología y el éxito financiero siempre anteceden al éxito comercial de un producto. Mi respuesta a este paradigma de startups es que crypto tiene adopción de base. Millones de personas y miles de programadores están genuinamente interesados en el espacio, y en ese aspecto es una inversión en tecnología por la tecnología en sí, y los casos de uso son secundarios. Tengo otras defensas de crypto de su utilidad, pero es mucho más interesante que haya gente poniendo plata y esfuerzo para trabajar en este espacio por tanto tiempo. Bitcoin tiene trece años y sigue con una misión y una visión del futuro de cómo tiene que ser. Puede que crypto como espacio encuentre un techo en los fanáticos, early adopters y no cumpla sus más grandes promesas de adopción, pero si en el futuro se encuentra un caso de uso indiscutible, tan valioso que se piensa que no se puede vivir sin usarla, toda esta inversión va a ser necesaria para darle forma e infraestructura. Además, desde 2017 que la comunidad de startups está involucrada y eso es bullish. No hay mejor máquina de generación de productos con utilidad y negocios que esta industria. Para 2020 empezó una revolución en el mercado de fintech. Startups que digitalizaron y crearon experiencias modernas de banking coparon la industria. No se puede mencionar crypto sin hablar de startups fintech de Argentina, Lemon Cash, VeloApp y Buenbit. Estas empresas se basan en modelos mixtos de finanzas para ayudar a la gente en la moneda local y en crypto simultáneamente, haciendo más fácil y accesible la adopción de crypto. Otras empresas en el mismo espacio incluyen a Reserve, AirTM o Chivo, la última basada en El Salvador y fundamental para la estrategia del presidente para adoptar BTC como moneda local. Las startups más explosivas del 2020-2021 fueron en crypto: Robinhood, FTX, OpenSea, Circle, Coinbase, y los VCs, como Marc Andreessen, tienen inversión en decenas, sino cientos, de proyectos crypto. Para 2022 esto se pinchó otra vez, pero mucho más en precio que en uso. Todas estas plataformas tienen millones de usuarios que interactúan frecuentemente con crypto, comprando NFTs, intercambiando monedas y manifestando proyectos en conferencias. A esta altura, crypto está totalmente asimilada en la industria de las startups. Crypto agarró al mundo por sorpresa y, aunque hoy parece inevitable, tomó mucho tiempo ganarse el corazón, los cerebros y el bolsillo de la gente. Tecnología es la industria de la innovación, pero uno nunca sabe cuál va a ser la innovación que perdure y la que no. Es la industria de no saber qué va a pasar y hasta los expertos se pierden oportunidades. Si les gustó el podcast de hoy, se vienen muchos más. Suscribite al podcast en Spotify o seguime en Twitter, en @Conanbatt, para estar al tanto de todo el contenido. Hasta la próxima.