10 - Cultura de trabajo americana - Tecnologia Informal Cualquiera puede subir una escala en una empresa, siempre que haya demostrado que puede hacer un impacto. Los estadounidenses le dirían: trabajar es vivir. Hola, gente. Bienvenidos al podcast Tecnología Informal. Este es un espacio donde vamos a hablar de startups, el trabajo, la inversión, economía y productos relacionados con este tipo de empresas. Mi nombre es Gabriel Benmergui, soy programador y trabajo como ingeniero de software desde hace más de diez años. Actualmente, estoy como front-end engineer en OpenSea desde Menlo Park, California. Es siempre muy claro para los argentinos que explicarle la cultura argentina a los americanos es prácticamente imposible. Pero eso va en ambas direcciones y se muestra rápidamente en procesos de entrevista y en el trabajo cotidiano, lo que termina siendo un handicap con nuestras contrapartes estadounidenses. En este episodio, vamos a hablar sobre estas diferencias sociales y culturales y un poco cómo adaptarse. Imagínense a dos personas que tienen que decidir si van a pasar cuarenta horas semanales por cuatro años, y para tomar esta decisión tienen cuatro horas de conversación guiada. En ese proceso se evalúa primero y, antes que nada, la capacidad de poder trabajar juntos de una manera técnica, y después cómo va a ser esa relación frente a desafíos, conflictos, colaboración y comunicación. ¿Cómo evaluar todo ese conjunto de soft skills? En las relaciones sentimentales, pasamos más tiempo de evaluación para muchísimo menos compromiso que en un trabajo, y aún así no dudamos en pensar en la percepción de la contraparte, de cómo nos presentamos, cómo nos entienden y cómo tratamos de hacer una conexión humana. El desafío que tenemos los latinoamericanos es que, aunque compartamos algunas cosas entre nosotros, la diferencia de vida con los estadounidenses es muy grande. Y todo ese desconocimiento lo rellenamos con nuestras preconcepciones, nuestras malas experiencias y también con nuestras inseguridades. Proyectamos una imagen distorsionada y luego empezamos a hablarle a esa imagen, sin conectar con la persona real del otro lado, y fallamos ese test de fit, que es tan abstracto como subjetivo. Como yo tengo experiencia contratando en Estados Unidos y en Argentina, y además viví en ambos lados, veo más claramente ese contraste de cómo se presenta la gente de principio a fin. Y ya en los currículums se puede ver la desconexión. Los candidatos argentinos tienen una obsesión con la educación universitaria que no condice con cómo lo ven los estadounidenses. En Estados Unidos ir a la universidad es muy común, y en una startup prácticamente el cien por ciento de los estadounidenses va a estar graduado. Todo el staff, recursos humanos, contabilidad, todo. Pero aunque para un estadounidense la universidad es una base, la mayoría de los títulos que tienen no son análogos a las licenciaturas que se manejan en Argentina. Especialmente los llamados Liberal Arts, que son especializaciones en literatura, filosofía, cultura. No son carreras, sino estudios extendidos y no tienen una aplicación directa al trabajo, por lo que la ventaja técnica es muy baja. Además, en Estados Unidos la universidad tiene un ranking de prestigio y a dónde fuiste tiene más valor que lo que estudiaste. Al igual que en todo el mundo, el valor de las universidades es que son un filtro de clase y las empresas siempre terminan armando relaciones o pipeline de recruiting, que también es la razón por la que la gente se anota a estudiar. En Argentina, la universidad es una experiencia muy distinta. Casi nadie se gradúa porque el servicio es muy malo, y la gente es muy culposa de no haberse graduado. Muchos sienten que tienen que aclararlo, porque quién sabe si viene la policía universitaria a buscarlos. En Harvard, MIT o Stanford, universidades de las más prestigiosas en Estados Unidos, la tasa de graduación es 99%. Prácticamente, no entienden el concepto de ser un drop out. En la UBA es del 59%, y en carreras de ingeniería mucho más. Además, la gente tiene la percepción de que la UBA es reconocida en el mundo gracias a ciertos artículos publicitarios pagos que salen en los diarios. Pero jamás conocí a un estadounidense que haya escuchado de la UBA. En Harvard, MIT o Stanford, la tasa de graduación es 99%. Prácticamente, no entienden el concepto de ser un drop out. En la UBA es del 59%, y en carreras de ingeniería mucho más. El efecto prestigio de poner una universidad extranjera en el currículum es cero y aplica para casi cualquier universidad del mundo. Sí vale la pena poner en el currículum que uno fue a la universidad, pero no pongan los años o que les faltan dos materias. A nadie le importa, y es una de esas proyecciones de inseguridad de las que hablé al principio. Otra cuestión sobre este tema es que los alumnos universitarios en Argentina están muy comprometidos a trabajar y estudiar a la vez, algo que ponen frecuentemente en los currículums hasta que tienen treinta años. Es una señal de alerta que alguien te diga eso. Quedas descartado de una, porque ¿cómo puede alguien tener un trabajo full time y un estudio universitario full time a la vez? Claro, los estadounidenses no tienen el concepto de hacer una materia por año hasta que tenés treinta y cinco años y te graduás. Donde afloran la mayoría de los problemas de desconexión cultural es en la entrevista laboral. Ya hablé en otro episodio sobre el proceso de entrevista y ahora me quiero enfocar más en los errores de estado mental que se cometen. El error más grave es desconocer la relación de fuerzas. En países como Argentina la gente está más acostumbrada a ser el débil como el empleado, es decir, estar a merced de la voluntad del empleador, que puede reemplazarte por el que está detrás tuyo en una larga cola de desesperados. Cuando los candidatos piensan que son una galletita en un paquete, se presentan para no resaltar y de manera uniforme. Se constriñen y responden a todo que sí de manera pasiva. Quieren sobrevivir. Y el clavo que resalta recibe el martillo. Esta posición defensiva emite una señal de timidez y desconfianza que arruina cualquier evaluación técnica positiva. Para desgracia de algunos, todo lo que se hace en la vida se hace mejor con confianza. La autoconfianza es contagiosa y atractiva. Pero además, los candidatos terminan auto excluyéndose cuando tienen un problema, cuando necesitan retrasar el proceso o admitir alguna falencia pensando que son reemplazables, y para evitar un posible rechazo explícito. Se queman la cabeza con estrés y salen del proceso de entrevista. Es una tragedia. La relación de fuerzas es exactamente la opuesta. Los que están nerviosos son los empleadores. Por eso hay tantas oportunidades para trabajar desde Argentina de manera remota. El empleador tiene ganas de que funcione, te quiere contratar, está desesperado, pero no puede hacerlo con candidatos que se autoexcluyen por temas absolutamente negociables, desde el nivel de inglés, la fecha de inicio, el salario u otras condiciones. Reitero la analogía sobre las relaciones románticas. Una relación laboral es objetivamente una relación subjetiva, interpersonal, emocional y con mucho compromiso. Pero un mecanismo de afrontamiento, es decir, una forma de psicológicamente protegerse de ese estrés, es presentarse y pensarse uno mismo como un mercenario. El mercenario hace todo y de todo por plata, no tiene lealtad, ni sueños, ni aspiraciones. Es un cínico que es persuadible por plata y viene tan fácil como se va. Al mercenario le va mal en las entrevistas y en las startups, porque es un mal perfil con quien construir una organización, una relación de trabajo de largo plazo y no se puede ubicar en puestos de crecimiento vertical, liderazgo o gerencia. Las startups tienen altibajos tremendos. Un mecanismo de afrontamiento es presentarse como un mercenario: hace todo y de todo por plata. Le va mal en las entrevistas y en las startups, porque es un mal perfil con quien construir una organización, una relación de trabajo de largo plazo y no se puede ubicar en puestos de crecimiento vertical, liderazgo o gerencia. Una semana parece que te comes al mundo y la siguiente que no hay plata en el banco y estás por quebrar. Cuando yo entré a Robinhood, la empresa estaba en crecimiento meteórico, en tapa de los diarios todos los días. Para enero del 2022 la acción cayó ochenta y cinco por ciento, y gran parte del staff se quiere ir a competidores mejores pagados de manera inmediata. El mercenario le termina yendo mal porque se van en los pisos. Venden el momento donde es mejor invertir y compran el techo, donde hay menos que ganar. Pero ¿qué es lo que busca un americano en una entrevista de cultura? Lo que busca es que sus valores sean similares a los de la empresa, y que la persona tenga la templanza para el trabajo que hay que hacer. Buscan pasión, curiosidad, interés, buscan resiliencia y tenacidad. Les gusta la gente que muestra misión y crecimiento. Lo más importante es salir de esta entrevista con un par al americano, como alguien con el que sería buenísimo trabajar, aunque tengas un poco de acento. Hay que evitar quedar como ese pequeño trabajador precarizado en un país pobre donde le mandan plata para que escriba líneas de código. Hay que evitar esa imagen. Una vez pasado el proceso de entrevista y estando dentro, no se terminó el gap cultural. La capacidad de tener éxito en el rol, progresar y tener nuevas oportunidades dentro y fuera de una empresa americana va a también depender de qué tan bien uno entienda qué es lo que se valora. Así que, para entender, hagamos un panorama general. En términos globales, yo definiría tres culturas de trabajo a grandes rasgos. La asiática, la europea y la americana. Los asiáticos ven el trabajo como un deber y como una herramienta para el prestigio y la estabilidad personal. En las startups hay muchísima influencia asiática, y muchas de ellas directamente fundadas por chinos e indios, que tienen una visión similar en este tema. Los asiáticos trabajan aunque les duela, porque justamente lo ven como un deber, una tarea a cumplir. Les importa la habilidad técnica y la progresión de carrera. Los títulos y las empresas de renombre para quedar bien con la familia y con la sociedad en general. Lo bueno de esta cultura es que trabajan muy seriamente, con mucho compromiso. Lo malo es que no se divierten, no tienen pasión, y eso para mí es bastante triste. Los europeos ven al trabajo como el costo a pagar para vivir una buena vida. Trabajar de más es algo que se hace rara vez, porque el propósito es trabajar para vivir, no vivir para trabajar. Les importa traer las responsabilidades bien alineadas y el bienestar del empleado por encima del consumidor. Lo malo de la cultura europea es que, como siempre ajustan al consumidor, ajustan al valor de la empresa. No hacen ese camino, ese paso extra para tener un éxito rotundo, y eso termina determinando en parte por qué los salarios y las empresas europeas no llegan a la escala americana. La cultura europea la definiría como team work-life balance. Por último, los americanos, el foco de este episodio. Los americanos ven el trabajo como su identidad. Si los europeos dicen trabajar para vivir, los americanos le dirían trabajar es vivir. La idea de producir y que te paguen es una base fundamental de la psique americana. Tienen una ambición muy redonda en este aspecto. Si quieres trabajar poco, cobrarás poco, no hay problema, pero no se le pone el techo al que se quiere matar y trabajar ochenta horas por semana. Mucha gente le dedica realmente mucho tiempo al trabajo. Para el americano, además, el consumidor es rey y vale la pena sacrificarlo todo para dejarlo contento. Uno puede mandarle un mail a un CEO de una startup de diez mil millones de dólares y recibir respuesta con disculpas en quince minutos. No hay trabajo indigno que deje contento a un cliente y se arremangan sin duda. Tres culturas de trabajo: los asiáticos ven el trabajo como un deber y como una herramienta para el prestigio y la estabilidad personal. Los europeos ven al trabajo como el costo a pagar para vivir una buena vida. Los americanos ven el trabajo como su identidad. La cultura americana es anti jerárquica en comparación con las anteriores. La cultura argentina de trabajo es una mezcla caótica de la europea y la americana. En Argentina tienes ambas identidades, donde la opinión de que la gente que trabaja sesenta horas por semana es explotada, y al lado, una enorme cantidad de consultores, cuentapropistas, PyMEs que trabajan el doble todo el día y los fines de semana. Se imaginarán que la cultura europea y la americana no se llevan bien, y tendrían razón. Sacrificar el bienestar de los clientes por la comodidad de un empleado o un ejecutivo es tabú en la sociedad americana, y los argentinos cometen este error frecuentemente. Si uno no congenia con los valores, va a encontrar un techo de cristal, porque no hay capacidad técnica que compense lo que es percibido como una falla ética. Aunque lo anterior requiere un ajuste en la forma de pensar, hay una gran ventaja en la obsesión por crear valor, que es que es rápidamente compensada. ¿Qué significa esto? Que cualquiera puede subir una escala en una empresa, siempre que haya demostrado que puede hacer un impacto. La falta de jerarquía es una oportunidad, especialmente para extranjeros, que tenemos un handicap de idioma y cultura. No todos son tan tolerantes con los extranjeros como los americanos. Tienen una paciencia y un optimismo enorme a pesar de que uno tenga dificultades para comunicarse y se sienta muy nervioso. En Argentina somos mucho más lapidarios con el que es diferente, y lo digo como cordobés que terminó limando todo su acento viviendo en la capital. Finalmente, una mención a vivir en Estados Unidos y compartir una oficina con los compañeros de trabajo. Las relaciones personales que se crean en un ambiente de trabajo y viviendo en el mismo lugar son mucho más profundas y duraderas. La industria tech es muy abierta de brazos y, además, los americanos en las ciudades también. Casi todos son trasplantes de otras ciudades y estados en busca de amigos y conexiones. Los compañeros de trabajo realmente son los amigos más importantes. No hay reemplazo para trabajar juntos bajo presión y resolver problemas. Un patrón que veo muy común tanto en gente remota como en argentinos que vienen a vivir a Estados Unidos, es que se juntan con otros argentinos, y lo veo hasta en fundadores de empresas. Cada uno hace lo que funciona, e irse a vivir a otro lado es una aventura fuerte para hacerla solo. Pero para adaptarse bien, hay que armar relaciones personales y sociales con americanos, que te pueden ir enseñando todas esas cosas que no se aprenden por la televisión. Mi mejor amiga de toda la vida es americana de pura cepa, y fueron años de recibir pequeños retos para ir corrigiendo esas percepciones equivocadas. Además, cuando uno se junta y habla en su idioma natal, dificulta aprender los detalles y expresiones en inglés, solidificando una barrera cultural que terminará teniendo efectos adversos en la carrera y las relaciones personales. Recordemos que trabajar y vivir en un segundo idioma ya es un impuesto que nos perjudica, y hay que tratar de entenderlo. En conclusión, el consumo de productos americanos no alcanza para entender toda la cultura americana. Suscribite a Tecnología Informal en Spotify para ver todos los episodios y estar al tanto de los nuevos. Encontrame en Twitter como @Conanbatt.