Migrar a Estados Unidos

Tecnología Informal:
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07 - Migrar a Estados Unidos - Tecnologia Informal Cualquier programador de Silicon Valley eventualmente va a conseguir ingresos de cuatrocientos mil dólares anuales, y con bonos y saltos de millones de dólares. Y la ONG se limitó a preguntarme cada nueve meses si había comido pancakes, waffles o hamburguesas. Hola, gente. Bienvenidos al podcast Tecnología Informal. Este es un espacio donde vamos a hablar de startups, el trabajo, la inversión, economía y productos relacionados a este tipo de empresas. Mi nombre es Gabriel Benmergui, soy programador y trabajo como ingeniero de software desde hace más de diez años. Actualmente, estoy como frontend engineer en Open Sea desde Menlo Park, California. El tema de hoy es cómo funciona irse a vivir y trabajar a Estados Unidos como empleado de tecnología, ¿Cómo son los procesos de visado y por qué y cuándo vale la pena hacerlo? Una pregunta común que me hacen es, ¿cómo funciona irse a Estados Unidos? Me gustaría probar. Para mí es una pregunta ominosa, porque para responder honestamente siempre tengo que poner a prueba la determinación del que hace la pregunta. El sistema migratorio americano es un espanto, y para sobrevivir hay que tener mucha determinación. No se puede tomar a la ligera un proceso que toma años, mucha incertidumbre y también muchos gastos personales. Pero al final de ese camino hay unos premios monetarios casi imposibles de conseguir afuera del ecosistema americano. En Estados Unidos, cualquier programador de Silicon Valley eventualmente va a conseguir ingresos de cuatrocientos mil dólares anuales, y con bonos y saltos de millones de dólares. No hay ningún lugar en el mundo donde un empleado puede hacerse diez o cincuenta millones de dólares, excepto en Estados Unidos. Digo casi porque dos tendencias lo están haciendo más fácil, el boom del trabajo remoto y el boom de crypto, donde hay un acceso impresionante a oportunidades. Dicho esto, hay varias situaciones personales donde irse a Estados Unidos puede ser más inconveniente que el premio. Para un trabajador de tecnología que mantenga una familia, lidiar con los problemas migratorios es mucha inestabilidad. Muchos argentinos tienen ciudadanías europeas, donde es más fácil adaptarse legal y culturalmente, y Estados Unidos es un país donde se vive muy bien con salario de tecnología, pero se vive y trabaja intensamente. El costo de vida mensual es muy alto y es difícil manejar sabáticos, vacaciones y otro tipo de problemas laborales por las visas. Además, hay personas que ya tienen muy buena carrera y consiguen trabajo remoto fácilmente, sea como consultores, autoempleados o remotos para empresas globales, resolviendo muchos de esos problemas. Para trabajar en Estados Unidos es necesario obtener una visa de trabajo. Para los que se ilusionen con que con una ciudadanía europea el proceso es más fácil, lamento decirles que no, que no sirve para nada. Para vivir a largo plazo en Estados Unidos uno tiene que conseguir la residencia permanente, que se llama Green Card, y hay muchas maneras de conseguirla, pero tardan mucho tiempo. Para más o menos entrar de manera inmediata, hay cuatro visas comunes. La I-1, la H1B, la J-1 y la O-1 . Las visas tienen algo en común, están en algún nivel atadas a un sponsor o un empleador. Si uno renuncia o pierde ese vínculo, pierde la capacidad de permanencia en Estados Unidos, por lo que el riesgo de que una empresa cierre o no te guste tiene un tono mucho más fuerte que el usual. Veamos cada visa en detalle y empecemos con la l-1. Esta es la visa más fácil de todas, si uno califica. Esta visa es para empleados que ya trabajan en una empresa con una filial local y les ofrecen ir a trabajar a la casa madre en Estados Unidos. Una vez que el empleado tiene más de un año de experiencia en la empresa, ya se puede tramitar. No tiene restricciones de rol, por lo que también la gente lo usa en diseño, negocios, operaciones, contabilidad y lo usan varias empresas. Tampoco tiene cuotas, límites de cantidad, ni restricciones especiales de visado. El gran problema es que estás atado a una sola empresa y no es transferible, por lo que primero limita tus opciones laborales locales y luego las limitan a Estados Unidos. La duración de esta visa es de más de tres años con capacidad de renovación. Un detalle no menor es que el cónyuge puede trabajar sacando un EAD, employment authorization document. Con este EAD, el cónyuge puede trabajar en cualquier lado con cualquier salario. Goza de más libertad que el principal de la visa. La visa más intencionada para la inmigración de trabajadores es la H1B. La visa para trabajadores calificados. Un empleador extiende una oferta laboral por un empleado y hace el sponsoring de la visa. Con esta visa es posible cambiar de empleador. Por intención, esta es realmente la visa estándar para los inmigrantes que quieren trabajar, pero viene con varios desafíos. El primero de todos es que tiene un límite de personas, una cuota. Aproximadamente sesenta y cinco mil visas anuales. El problema es que aplican más de doscientas mil personas anualmente, por lo que la mayoría queda afuera. El proceso de decisión es tan justo como cruel, absolutamente aleatorio. Las aplicaciones para esta visa se mandan en abril y la sumisión cuesta alrededor de mil dólares. El sistema migratorio en Estados Unidos le pone el costo administrativo al inmigrante. Si no quedas en la lotería, te devuelven la plata, pero para presentar un buen caso, necesitás a un abogado que junte todos los papeles y puede costar entre dos y cuatro mil dólares. Es común que la empresa lo pague, pero desde un punto de vista económico lo paga el empleado con un menor salario. Una vez mandada la aplicación en abril, te pueden contestar tan tarde como octubre. Esta visa requiere tener título universitario o doce años de experiencia laboral, con cada año de la universidad descontando tres años de experiencia laboral. Este requerimiento es lapidario para los argentinos, porque la deserción universitaria es altísima. Yo salí en la lotería las tres veces que apliqué, pero las primeras dos no pude demostrar doce años de experiencia cuando no me tomaron las primeras materias de ciencias de la computación en la UBA. Esta visa tiene otro problemón, los spouses, los cónyuges, no pueden trabajar libremente. Su proceso para sacar un EAD puede tardar años en esta categoría. Es un motivo de lucha política entre demócratas y republicanos en cada ciclo de elecciones, agregándole más injuria al proceso que ya es tortuoso. El último problema de esta visa está implicado en el proceso de aplicación. Las restricciones de calendario más la incertidumbre de no saber si sale o no hace que sea muy difícil de utilizar por muchas empresas que necesitan saber cuándo entra o no una persona. Por eso las empresas que tramitan esta visa tienden a ser muy grandes, como Facebook, Google, y aún en esos casos es común que no se quieran gastar en hacerlo. Yo conseguí mis aplicaciones a esta visa luego de tener una relación laboral con las empresas, donde estaban mucho más motivadas a asumir el costo y el riesgo. La visa dura tres años y se puede renovar por tres más. Ahora que pasamos las visas de la puerta delantera, pasamos a las visas entrar por la ventana. Mi favorita es la J1, la visa de intercambio cultural. En esta categoría están programas como work and travel, que se utiliza para jóvenes que trabajan en la industria de servicios por temporadas por tres o seis meses, o los upper, acompañantes de chicos que viven con la familia. Pero a nosotros nos importa la categoría trainee, que te da un permiso por dieciocho meses. Las restricciones para calificar son mucho menores, con tres años de experiencia alcanza. La visa no tiene cuotas, se puede sacar en un mes y en cualquier momento del año, y los cónyuges pueden sacar un EAD en pocos meses y trabajar. Una vez más, con menos restricciones que el principal de la visa. El sponsor de la visa es técnicamente una ONG, no la empresa que te contrata. Pero el empleador elige la ONG, por lo que es un proceso bastante trucho. Yo saqué la J-1 dos veces. Y la ONG se limitó a preguntarme cada nueve meses si había comido pancakes, waffles o hamburguesas, para ver si me adaptaba a la sociedad americana. Pero esta visa tiene algunos problemas. Primero, que dura solo dieciocho meses y sin renovación. Esto es un problema para hacer carrera dentro de una empresa, y la esperanza es poder cambiar a otra visa más estable rápidamente, pero no siempre es posible. Yo perdí mi permanencia en Estados Unidos porque no calificaba para la H1B y caducó mi J-1. Me volví un empleado remoto por esta razón. Otro problema es que no es una visa intencionada para ser utilizada para un salto a una segunda visa, y eso puede traer escrutinio sobre la empresa por entidades migratorias, por lo que ninguna empresa grande lo hace. Solo empresas chiquitas bajo el radar y, en general, bastante desesperadas por talento. Las dos empresas a las que entré por este mecanismo tenían serios problemas operativos y les costaba conseguir talento. Además, la visa tiene una peculiaridad, le pide a los visados que vuelvan a su país dos años antes de querer volver a trabajar a Estados Unidos, dificultando el paso entre una J-1 y otra visa. Pero esto para los argentinos se sortea más o menos fácil, con el llamado Waver. Estados Unidos te deja abandonar ese requerimiento con un documento en el que Argentina diga que no tiene objeción con que te vayas a Estados Unidos. Creo que en toda la historia de Argentina fui el único que lo pidió, porque en la embajada, el consulado, ni sabían qué era. La embajada me pidió un documento de la UBA para que ellos digan que no tenían objeción. La UBA, que tampoco sabía qué le estaba pidiendo, felizmente firmaron un papel en el que decían que yo, que no era ni alumno ni graduado, no les importaba. Luego de eso, me retiran el waver y pude sacar la H1B casi inmediatamente. Por último, está la O-1, que es una visa para personas extraordinarias. En la página oficial del gobierno americano te hacen creer que si sos Jesús no calificas para esta visa, pero aunque la vara es alta, es una visa más común de lo que se espera. Esta visa no tiene cuotas y se puede sacar rápidamente. El problema es que es una visa con una alta tasa de rechazos, y realmente hay que armar un buen caso personal para impresionar a los burócratas de inmigración. Armar ese caso con una firma de abogados cuesta entre cinco y diez mil dólares, y hay que cumplir algunos requisitos como ser famoso, ser una influencia en la industria, un investigador publicado y otros requerimientos. Esta es la visa que usan la mayoría de los fundadores que se van a Estados Unidos. Aunque esta visa no tiene límites y es más seguro de conseguir que una H1B, el cónyuge de esta visa no va a poder trabajar nunca, no hay forma de que consiga un EAD. Yo hice un intento de esta visa, pero me agarró la administración de Trump en el dos mil diecinueve que puso palos en la rueda administrativa, y en lugar de contestarme en un mes, tardaron ocho meses. En el medio salió la H1B, que tiene menos restricciones, y retiré la aplicación sin saber si calificaba o no calificaba. Todas las visas son de tiempo limitado, y si uno quiere quedarse en Estados Unidos de manera permanente, tiene que sacar la residencia con el proceso de la green card. Hay muchos canales para sacar la green card, y el proceso puede tomar desde seis meses para empleados hipercalificados a varios años. En la época de Trump, los procesos de varios visados se alargaron, y con la pandemia directamente se cerraron muchas opciones por largo tiempo, por lo que todo tiene más incertidumbre. Hay muchos caminos para la green card, pero lo más común es usar al empleador, y ese proceso cuesta miles de dólares y tarda dos años en procesarse. La green card no es ninguna bala de plata, se puede perder si por un tiempo prolongado uno no está en Estados Unidos, y además te vuelve en términos impositivos un americano, por lo que estás alcanzado por impuestos globales. Eso significa que si uno vuelve a Argentina con la Green Card, estaría sujeto a una doble imposición. Estados Unidos es la meca de la tecnología, pero hay una gran barrera a cruzar para verla con tus propios ojos, la inmigración. Pasar por el proceso requiere tenacidad, convicción y resiliencia. No se puede hacer a la ligera. La progresión del trabajo remoto está siendo la necesidad de ir a Estados Unidos menor, pero las oportunidades de crecimiento son únicas, especialmente si uno quiere fundar o liderar una empresa. Esto fue todo por hoy, y nos vemos para la próxima. Suscribite a Tecnología Informal en Spotify para ver todos los episodios y estar al tanto de los nuevos. Encontrame en Twitter como @Conanbatt.