061. Volver a vivir en Argentina
- 48:16
- Fri Dec 12 2025
- Temporada 2 • Ep. 23
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Pasé 10 años viviendo en Estados Unidos y cuando me tocó volver viví en carne propia algo que te advierten en todos los procesos migratorios: el reverse culture shock. En este episodio, hablamos sobre cómo es volver a vivir en Argentina, la comida, la calidad de las cosas, la moneda, los impuestos y otros ámbitos que generan fricción en el día a día. 🎧 Tecnología Informal es el podcast de Gabriel Benmergui (Staff Engineer y Founder de Silver.dev), donde exploramos startups, trabajo, inversión, economía y productos relacionados con el sector tecnológico. Conocé más de Interview Ready: https://ready.silver.dev/ #Argentina #Migración #ReverseCultureShock #VolverAArgentina #VidaEnArgentina #CalidadDeVida #EconomíaArgentina #Cultura #Regreso
Y yo le digo, "Luna, eso es el tercermundismo. ¡Bienvenida a Argentina!"
Y la verdad es que lamentablemente al argentino le gusta la carne de vaca como le gusta el café: quemado.
En este episodio vamos a hablar de "Viviendo en Argentina". Es una serie que vengo haciendo, que ya hice con San Francisco y con Menlo Park. Y la verdad que desde que volví a Argentina en 2023, la gente me pregunta: ¿por qué te volviste? Les da mucha curiosidad. Si tenés la opción de vivir en Estados Unidos, ¿qué hacés acá?
Hoy voy a hablar un poco de lo que es, un poco de la decisión, que no es tan importante. Pero sí, ¿qué significa vivir en Argentina? Porque cuando uno vive afuera por mucho tiempo, cuando vuelve, le agarra como una sensación de que es un inmigrante, incluso en su propio país natal. Y empieza a notar cosas que en realidad no suele notar cuando uno vive acá toda su vida.
¿Por qué volví de Estados Unidos?
Empecemos con la pregunta carnosa, que siempre es una cosa personal la decisión de emigrar a otro país. No es que hacés una tablita y la fórmula te da: "a vos te conviene ir acá, entonces te vas ahí". Obviamente, a nivel carrera y económico, eso empuja muchísimo para que yo me vaya a Estados Unidos. Y ahí no hay ninguna duda: a nivel carrera de programador, Estados Unidos y San Francisco es el lugar para estar.
Pero hay muchas razones para no quedarse en Estados Unidos. Hay razones migratorias, porque lo he hablado en algunos podcasts recientes: las situaciones de papeles son muy agraviantes. O tu mujer no puede trabajar, o vos no podés cambiar de trabajo, o te genera todo tipo de problemas. Eso pasa.
También es una cultura distinta y hay que adaptarse. Yo estaba con mi hija allá, por ejemplo, y por ahí ella tenía un playdate por semana, donde se juntaba con otra familia, otra nena a hablar. Mientras que acá en Argentina tiene dos cumpleaños por día, a veces. Es otra vida social, es otra vida cultural. Se aprecian y se hacen otras cosas.
Yo también quería abrir mi propio negocio, y la verdad es que la situación migratoria, con abrir un negocio, no era tan fácil para el tipo de negocio que tenía yo. Todo ese tipo de cosas se fueron juntando: temas personales que tienen una intersección con el sistema americano, con la realidad del inmigrante en Estados Unidos. Y dije, bueno, ya está, es el momento de volver a Argentina. Que mi hija tenga una vida social como la queremos tener nosotros, que yo pueda armar mi negocio, hacer lo que quiero. Y eso es muy importante, porque en Estados Unidos —y lo vamos a hablar un poco más adelante— hay muchas cosas que salen mucho mejor, pero hay algunas cosas en las que Argentina es mucho mejor.
A nivel libertad, a nivel de hacer lo que vos querés, en Estados Unidos las reglas se cumplen. La mayoría de las reglas que están, hay que cumplirlas, porque las consecuencias son inmediatas. Vamos a hablar un poco más adelante de todo esto.
El "reverse culture shock"
Uno vive en Estados Unidos 10 años, 3 años, ni siquiera 2 años. Vivís 2 años allá, pasa un tiempo, volvés a Argentina, y esto te lo dicen en todos los procesos migratorios: cuidado con el reverse culture shock. Porque cuando vas a Estados Unidos, te pegás de golpe con todas las cosas culturales, pero cuando volvés, te pasa otra vez. Te da shock tu propia cultura, lo que vos conocés. Y esto te hace sentir como un turista, te hace sentir como un extranjero en tu propia tierra natal. Y es raro.
Ahora, lo que te pasa es que sabés un montón de experiencias que tenés en Estados Unidos, empezás a comparar con las argentinas que vos considerabas únicas o normales, y decís: "che, esto no está bueno en Argentina. Esto es cualquiera, esto no me gusta". Y empezás a tener ciertas fricciones con tu propio país.
Esto me pasó varias veces porque, yo digo, viví 10 años en Estados Unidos, pero es más complicada la historia porque fui un año y medio, después volví, después viví mitad y mitad, después viví otra vez año y medio, después 3 años. Fue con muchas pausas en el medio.
El primer culture shock que tuve fue en 2015, porque fui 18 meses, volví en enero de 2015, llegué acá y me acuerdo que salgo con mis amigos, que hace mucho que no los veía, hace como 8 meses, vamos a un bar y todos se piden Campari con naranja. Y yo los miraba como: "chicos, hace un año y medio odiaban el Campari, todos ustedes, ¿qué pasa?" Y me miraban con cara de: "no, Campari con naranja es lo que tomamos toda nuestra vida, esto fue así siempre".
Me acuerdo que estoy caminando con mi mujer por Libertador o por Cabildo, y había un cartel gigante de Campari con naranja, y yo decía: "gente, ¿se volvieron todos locos acá? ¿Cómo se volvió normal esto? Esto no existía hace 8 meses, y la gente actúa como que es algo normal". Obviamente eso es una boludez, no es algo importante, pero te genera este conocimiento: vos estás afuera, las cosas cambian, el conocimiento popular cambia, y vos ya no estás más en ese círculo.
El regreso en 2023 y el shock de la vuelta
Yo tuve un último regreso en 2023, donde ya había hecho este peregrinaje varias veces, y la que tuvo más shock fue mi mujer. Mi mujer por ahí no se adaptó muy bien en el primer viaje que hicimos para allá, en el segundo se adaptó bastante bien, y cuando vino para acá, como madre, como alguien que cuida a un chico, empieza a decir: "todas estas cosas argentinas me caen muy mal, no me gustan, es más inseguro". Ya vamos a hablar de en qué sentido es inseguro.
Empezó a tener ese shock, esa fricción cultural. Y yo también, aunque obviamente como es la tercera o cuarta vez que lo hago, entiendo cómo manejarlo un poquito mejor.
Llegué acá en mayo de 2023, me bajo del aeropuerto, salgo, me tomo el taxi, llego a la ciudad de Buenos Aires, me bajo del auto, y ¿qué es lo primero que noto? Que es insoportable el olor a pucho y a caño de escape que hay. Es una mugre esta ciudad, gente. Tiene un nivel de humo, de smog, que es altísimo. No es normal. No es normal ni en Nueva York, ni en California, donde el aire es fresco, y venís acá y hay olor a caño y escape. Esto es pervasive, está en todos lados. Es bastante asqueroso.
Son esas cosas que, si vos estás acá y creciste acá, ni entendés lo que es oler aire fresco todos los días en una ciudad. Pero una vez que lo sabés, empezás a olerlo, y después te volvés a reacostumbrar, pero te genera mucho, mucho shock.
En 2023, primero entré en un Airbnb y estaba cerca del Ecoparque. Dije, bueno, vamos a probar esa zona, vamos a ver qué onda. Estábamos a cuadra y media de Las Heras, cerca de Plaza Italia. Gente, hay una humareda de humo blanco toda la noche, de todo el smog que se junta de los autos. Esto es por muchas razones, pero toleramos este nivel de contaminación ambiental. Lo toleramos. ¿Por qué? Porque somos un país tercermundista, porque no nos importan estas cosas, porque tenemos mil otras preocupaciones, y no tenemos ni esa sensibilidad ni la capacidad de arreglarlo de manera barata.
El tercermundismo y la decadencia
Esto del tercermundismo es muy importante, porque se usa mucho como una palabra muy cargada a nivel emocional. Yo creo que no hay que ofenderse diciendo que Argentina es un país tercermundista. Y eso tiene algunos beneficios, como mencioné antes del tema de la libertad, que lo vamos a hablar un poquito. Pero hay muchas cosas que son malas del tercermundismo.
El tercermundismo no es solo que sos un país más pobre. Tiene que ver con una actitud de decadencia general por el sistema económico, el sistema legal que uno tiene, y lo que tolera la gente que le parece que está bien o mal. Porque podrías tener un país pobre, pero que es ordenado, que es limpio. La limpieza no es una función de la riqueza, es una función cultural, de cómo la gente decide vivir.
Yo llegué acá y empecé a tuitear mucho, porque dije: "vamos a armar un poquito de audiencia en Twitter". Fue la primera vez que me puse a hacer contenido. Y mi primer tuit viral fue criticando las fachadas de Argentina. Yo estaba buscando propiedades para vivir. Y mi primer tuit era: "qué tercermundistas que son las fachadas". Te mostraban en Zona Prop como si fuese la vista del balcón: "mirá qué hermosa la vista que tenés de la ciudad, estás como en la cima del mundo". Y vos la veías: son todos contrafrentes mugrosos de los lugares. Es una mugre.
Miren siempre las fotos que aparecen en los documentales de la Ciudad de Buenos Aires. A mí me da vergüenza ajena, porque están todos sucios. No hay ninguna necesidad de que esté sucio. Encima es algo re barato de arreglar. Es una manguera de hidropresión. Pagás un poco las expensas, lo hacés una vez por año y te queda mucho más limpio. Pero no, tenés los chorros de hollín pasados por todas las paredes de los edificios.
El problema no es que sea serio a nivel salud o eso. Es que la gente lo tolera. Le parece que está bien vivir como sucios. Y eso es bastante choto. Y es bastante choqueante y chocante en toda la sociedad. Porque esa decadencia está en todos lados. Está muy marcada en lo que es infraestructura.
Por ejemplo, hay algo que es increíble: en la Ciudad de Buenos Aires, en Argentina en general, se usa hierro para todo. Para mí tiene que ver con restricciones a la importación. Hay hierro en todos lados: los carteles, las puertas, las plazas. Está todo hecho con hierro. Y el hierro se oxida. Entonces está todo lleno de hierro oxidado. Eso no es normal. En el primer mundo no es así. Se usa aluminio o alguna aleación barata de acero, y no está todo así con tétanos. Parece tétanos. Esta ciudad es la ciudad del tétanos.
Ser padre en Argentina
Hay algo que es increíble que me pasó: es la primera vez que vivo con una hija en este país, la primera vez que la vivo como padre. Comparado con Menlo Park, donde ser padre era lo mejor del mundo porque tenía tres plazas hermosas, todo bien mantenido, todo hecho. Y acá llevo a mi hija a la calesita. Lo que fue llevar a mi hija a la calesita...
Voy a una calesita que estaba en Palermo, no me acuerdo qué plaza era, no era Plaza Güemes, pero por ahí. Mi hija tuvo el shock cultural más grande de todos. Llega y dice: "Uy, papá, una calesita, meteme". Ella no tiene ninguna idea de dónde se estaba metiendo. Yo le digo: "Bueno, vamos a la calesita y vemos qué onda".
Llego a la calesita: tiene todos personajes de Disney pintados amateur, todo medio deformado. Eso ya es súper tercermundista. Porque claro, no solo no respetás derechos de propiedad intelectual —que ahí yo estoy a favor— pero pintame bien a Mickey. Si te lo vas a chorear, pintalo bien. Pero no, porque no hay plata. O sea, ni siquiera te podés chorear el IP porque la gente que lo hace pone dos mangos y lo hacen así nomás.
Toda la calesita oxidada, pero todo. 20 o 30% de los caballitos o las sillas cubiertas de óxido. Es una cosa... Y yo digo, ¿qué es esto? Encima prenden la calesita y empiezan a hacer... Digo, dale, esto es soviético. Yo le decía a mi mujer: "Me da vergüenza ajena. ¿Cómo puede ser legal mantener esto? ¿Y cómo se puede mantener? ¿Qué está pasando acá?"
Pero el punto caramelo de la calesita soviética vino cuando fui a comprarle los tickets a mi hija. Voy y digo: "Bueno, vamos a comprarte los tickets". Y pasó algo increíble. El tipo que estaba vendiendo los tickets dice: "¿Cuántos tickets?" Dos. Saca una máquina. ¿Y saben lo que era? Era la etiquetera de los colectivos de 1995. Cuando yo estaba en el gobierno de Menem y me subía al colectivo, vos le pagabas al colectivero, que tenía un monedero, y tenía un dispenser de tickets que eran muy angostos, de un color así. Me dio tickets de colectivo para subirme a la calesita de hace 20 o 30 años. ¿Entienden el nivel de tercermundismo que es esto? Totalmente inaceptable.
Y no es que es esa calesita, que además estaba en una de las plazas de la mejor zona de la ciudad, entre comillas. Se repite en tres o cuatro calesitas. Ahora lo estuvieron renovando, pero ¿entienden? 30 años. ¿Entienden el nivel de cosas que hay que tolerar para que pase algo como eso?
Ahora están renovando las plazas y está bastante bueno lo que hacen, pero mi hija fue a una plaza y se cayó y se rasgó con un caño, con un hierro oxidado. No se cortó de pedo, pero ¿entienden? Las plazas para los chicos tienen caños expuestos oxidados. Totalmente tercermundista. Eso no tiene nada que ver con plata. Tiene que ver con lo que toleramos.
Decadencia en la ciudad
Si vas caminando por la calle, también los carteles de los negocios despintados, con óxido, caídos. Las paredes grafiteadas, te puedo entender que es un problema difícil de arreglar, pero hay problemas: barandas de balcones oxidadas, todo así, todo hecho así nomás, todo permitiendo que decaiga.
Si querés realmente percibir esto, te tengo un challenge: caminá dos cuadras en la ciudad de Buenos Aires y fijate cuánto óxido encontrás. Vas a encontrar, está lleno. Está todo roto. La baldosa rota, las fachadas sucias, óxido, todo por todos lados.
Esta decadencia, como digo yo, es social, no es económica. Se tiene que ver algo económico, pero hay algo social porque lo podrías evitar. Algunas de esas cosas son baratas de evitar.
Y digo una, por ejemplo: la caca de perro en la ciudad. En otras ciudades no hay caca de perro en la calle. ¿Entienden eso? ¿Es algo de la ciudad? ¿Es algo de acá, de Argentina, que lo permitimos? Es impresionante. Todas las cuadras tienen caca de perro. Yo estoy todos los días, con mi hija caminando, mirando al piso para ver que no pise nada. Y esto fue así desde que yo tengo memoria en la ciudad de Buenos Aires. Y se arregla fácil. Se pone multa con eso. Se arregla en una semana. Pero no tenemos voluntad, porque lo toleramos, porque nos puede molestar, pero no lo vemos como algo tan terrible como podría ser pegarle a una persona en la calle. Pero deberíamos verlo así, porque es sucio. Es simplemente sucio.
Gente en la calle y el sistema económico
Hay otra cosa que voy a mencionar sobre eso, que tiene que ver con la gente en la calle. Porque yo hablo mucho de que San Francisco está lleno de homeless, pero la ciudad de Buenos Aires está llena también. Yo creo que cada dos cuadras vive una persona en la calle. Tiene un colchón en el piso, vive abajo de un negocio. Es todo un tema esto. Y no lo estamos lidiando.
Tengo muchos comentarios de San Francisco, porque la gente que está en la calle, además de que está en la calle, tiene problemas mentales, es peligrosa. Esta gente yo creo que no es peligrosa, pero bueno, está ahí en la calle. O sea, lo toleramos. Y son esas cosas que cuando volvés te das cuenta, las ves y decís: "ah, esto fue siempre así". Yo me acuerdo toda mi vida ver gente en la calle en la ciudad de Buenos Aires.
Y todo esto que estoy mencionando no estoy profundizando en lo que es lo único de Argentina, que es principalmente el tema de la moneda. El tema económico, el sistema económico, el sistema monetario, es muy único. Es muy divertido. Yo me divierto, la verdad. Pero es un quilombo vivir en este país. Es un quilombo pagar una cuenta. Es un quilombo pagar una factura, pagarle a alguien. Hay 20 precios para todo: ¿cuánto en negro? ¿cuánto en tarjeta? ¿cuánto en débito? Entonces, te la mando, me la traés, la querés en efectivo, la querés en transferencia. Todo esto no existe afuera de este país. ¿Entienden? No existe.
Uno se va acostumbrando a pensar en estos términos, pero la realidad es que pensamos mucho en esto. Hay una tasa cognitiva muy alta. De hecho, cada seis meses esto cambia. Cosa que pasa como el Campari con naranja. Cuando empecé este podcast, hice un episodio que se llama "Cobrando en dólares" y ya estaba como reviejo. En concepto no, porque explico cómo son las mecánicas, pero la mitad de las apps que se usan hoy no existían o no se usaban en esa época. Todo va cambiando cada seis meses. "No, ahora te conviene el MEP". "No, ahora te conviene blanquear y hacer esto". Y todo eso es una pérdida de tiempo total en este país y que no está bueno.
No quiero meterme mucho en política en este episodio. Es de lifestyle este episodio, no es de política económica y tampoco es todo malo.
La bipolaridad argentina
Menciono que sea tercermundista, tiene algunas cositas a tu favor. Argentina es un país tremendamente bipolar en todos los aspectos: cultural, económico, todo eso. Es uno de los países más libres del mundo y también es uno de los países más comunistas del mundo. Es un lugar donde querés comprarte un cepillo de dientes eléctrico y no te dejan, está prohibido por ley aduanera. Pero por otro lado, querés evadir impuestos y te dejan. Es una cosa de locos este país.
Recibiste transferencias bancarias a tu cuenta por $50.000. No sé, qué sé yo, no me importa. Es una cosa increíble este país. Es realmente increíble. Y los argentinos no entienden que esto no existe en el mundo. Es muy poco común esto, que esté permitido de hecho, es legal de hecho, evadir impuestos. No existe en Estados Unidos. En Estados Unidos vas al bróker, comprás y vendés y listo, ya estás engrampado, desapareció. Vas a la escuela, estás engrampado, son todos agentes de retención, está todo blanco, está todo ordenado.
No es que no existe pagar en efectivo y evadir impuestos en Estados Unidos, pero es mucho más chico. Es como cuando comprás una milanesa acá. No es vivir tu vida acá. Vivir tu vida acá, completamente... Es obvio, si alguien quisiese agarrar a alguien que evade impuestos en Argentina, es muy fácil de hacer. Pero no se hace porque no se quiere, porque es parte del sistema.
Me ha tocado hablar con gente que le tocó pasarse un negocio en blanco en algún momento, sea Employer of Record o entrar en una empresa, y tenía gente con 27, 28 años preguntándome cómo es un recibo de sueldo. O sea, no lo vieron. Vivieron 10 años cobrando en negro. Es una cosa increíble. Y en Argentina podés vivir en negro en serio. O sea, en serio, en serio podés vivir en negro.
Yo creo que esto es un gran beneficio de Argentina. Los programadores claramente nos beneficiamos. Porque si estás en blanco, te pasa lo contrario. Si estás en blanco, Argentina te destruye. Se queda con todo lo que tenés. Te cobra impuestos. Te persigue. Te bloquea. Yo estoy muy en blanco porque pagué impuestos en Estados Unidos. Entonces estoy bastante en blanco. Lo que declarás te mete en problemas en Argentina. Tenés que ir a hacer un trámite, tenés que pagarle a un abogado que no conocés, que te lo mete el Estado. O sea, está totalmente Kafka esto, totalmente burocratizado. Está todo mal.
Pero como las reglas son muy malas, se permite romper las reglas. Y eso es la línea donde Argentina navega esta bipolaridad. O te puede destruir, o te puede hacer un daño tremendo, o te permite hacer cosas que no se pueden hacer en ninguna parte del mundo. Y yo creo que el neto positivo para los programadores es positivo.
Libertad, impuestos y calidad de vida
En Argentina podés evadir los impuestos, podés tener este grado de libertad. Bueno, es un país relativamente barato. Este último año los programadores no van a sentir eso. Ahora está caro en dólares. Está muy caro en dólares. Pero en general ha sido barato en dólares. Yo soy optimista, o predigo que se va a nivelar esto a la larga.
Los programadores dicen: "Bueno, no pago impuestos, vivo en negro, no me persiguen. Ahora es un regalazo estar en Argentina". Y empieza una de las frases más obvias: "Con $5.000 en Argentina vivís como un rey, sos Gardel". Creo que la escuché un millón de veces. Y bueno, está bien. Como no pagás impuestos, tenés el problema de aduana, tenés que pagar alguna coima, qué sé yo. Pero bueno, como no pagás impuestos, te rinde un montón, pagarás más las cosas, pero después vivís como vos querés.
La realidad es que no, no es así. Porque Argentina, más allá de que tiene este sistema perverso de aduana y de impuestos, no es que con plata podés compensar todo. No se puede. Porque Argentina tiene un problema muy, muy serio y es la calidad. Tiene un problema de calidad en todo: en servicios, en productos, en servicios del Estado, en servicios privados.
Este es el shock que le agarró a mi mujer que mencioné antes. Por primera vez, se había adaptado mucho a Estados Unidos, vino acá y se empezó a hartar rápidamente de la baja calidad de todas las cosas. Le quiere comprar algo a Luna o está saliendo con algo y es baja la calidad. Son malos los materiales, son malos los productos, es malo todo.
Y esto es un problema serio porque vos decís: "Bueno, ponés más plata y conseguís algo de buena calidad". No, no existe. No existe esa cosa de buena calidad porque no se trae. No podés traerte cada cosita que necesitás de tu casa y además, aunque lo hagas vos, todo tu entorno no lo hace. Entonces tenés que sufrir y vivir todas esas cosas de baja calidad.
Obviamente, el caso clásico: querés una cafetera, te la traés de afuera. Sí, podés compensar algunas cosas. Querés un robot vacuum, te la conseguís de afuera. Pero hay cosas que no se pueden compensar o que son carísimas. En ese aspecto, si querés un buen mueble en Argentina, son los más caros del mundo. Es carísimo comprar muebles acá. Mucho más caro que en Menlo Park, donde el promedio de la gente hace entre $100.000 y $200.000 al año.
Y todas estas cosas, cuando viviste mucho tiempo con buena calidad, las vas notando. Por ejemplo, todo lo que es cubiertos, platos y servilletas, es una locura la baja calidad que hay de todo. Ya está, todos conocemos la servilleta barata de cera, esa que mueve la mancha pero que no seca nada. Bueno, esa servilleta no existe en el mundo. Es una servilleta barata de 1970. No existe, pero es todo así.
Los cubiertos son de baja calidad. El cubierto por excelencia de Argentina es el Tramontina, que es un cubierto durable y ordinario. Está bien, pero es ordinario, no es un buen cubierto. Nosotros compramos un set, fuimos a un lugar de cosas para la cocina, compramos uno de los sets, no digo que nos gastamos la locura, pero compramos un set que parecía lindo y yo agarro el cuchillo y digo: "Esto está mal". El mango tiene tanto peso que estos cubiertos, cuando levantás un plato y el cubierto está arriba del plato, siempre se cae el cubierto. Eso es porque el cuchillo está mal diseñado porque no hay libertad en elegir los mejores cuchillos del mundo porque tenés restricciones aduaneras y como hay restricciones aduaneras, el argentino no sabe qué es un buen cuchillo. No sabe agarrar un cuchillo y decir: "Esto es bueno o malo". Dice: "Ah, esto es mejor que el Tramontina, ya está, es un golazo". Y no, no es.
Los cuchillos, los cubiertos, los platos, los vasos, las tazas. Hay una de estas cosas chiquitas: todos los cerrojos de las puertas en todos los edificios parecen recauchutados de un basurero porque no pegan con la puerta y no pegan lo que tienen que hacer. O sea, el orificio de la llave no entra en el cerrojo bien. A mí me vuelve loco el de mi mamá. Mi mamá tiene una puerta que tiene como un cerrojo que parece moderno, así como de aluminio, pero tiene como una barrera que hace que no puedas meter la llave y tirar del portón con una sola mano. Necesitás las dos manos para abrir la puerta.
Y vos decís: "Bueno Gabriel, no es tan importante", pero es todo así. Todo está hecho para que no dure, para que no sea placentero de usar. Es simplemente baja calidad y pagamos el precio de calidad con nuestra satisfacción diaria. Es baja la calidad. Las sillas, los escritorios, las mesas. Lo que ven ahí atrás que es la biblioteca. Está bien, yo fui un ratón. Compré uno barato de Mercado Libre. Pero los comentarios de Mercado Libre decían 4 de 5, 5 de 5, buenísimo, práctico, de re buen precio. Lo meto, la madera no está lijada. Le pasás el dedo ahí y parece casi que te pegás una astilla. Y esto tiene 5.5 en Mercado Libre. ¿Por qué? Porque la gente no tiene sentido de la calidad y es carísima. O sea, para lo que es, es carísima. En Estados Unidos conseguís materiales mucho mejores, mucho más baratos.
Las sábanas. Este es otro tema. Las sábanas argentinas, los Airbnb o el hotel no, pero los Airbnb, las casas, las sábanas que te venden tipo Mercado Libre, el staple, o sea, la normal, es una lija, tiene re pocos threads, es baja la calidad. Y la sábana de $15 Amazon Basic. De hecho, ahora en estos deliveries gratis que hacía de Amazon, compramos sábanas. Pero no sábanas top, sábanas Amazon Basics, porque la sábana básica acá de Argentina es muy mala y la buena es carísima. Es mucho más caro que las sábanas en Estados Unidos.
Los juguetes también. A mi hija le gusta ir al barrio chino, vamos al barrio chino todos los fines de semana y le encanta comprar peluches. Yo la dejo porque son peluches baratos, muy berretas, pero son como recauchutados. Se compró un Liberty que es de Paw Patrol, que es un perro, es cara de comadreja. Agarraron una comadreja que tenían y la pintaron arriba, es una cosa, todo trucho es. Y los juguetes originales están a 400% del precio que están en Estados Unidos.
En el Figueroa Alcorta venden los juguetes del Target que Luna compraba en Estados Unidos. Luna tenía una casita así grande, linda, hermosa, un juguete de plástico, tampoco algo top, y le había costado $25 en Estados Unidos. Está $120 acá. Todos los juguetes originales son muy caros y está inundado por juguetes truchos chinos. Entonces, vos decís: "Gabriel, comprate los buenos juguetes". Primero lo hice, pero después Luna va a la casa de otro y los juguetes son malos porque los otros no saben que existen juguetes buenos o le dicen: "No voy a gastarme $300 en un juguete de Bluey", que tiene razón.
El caso emblemático: los autos
Creo que el caso más emblemático de la baja calidad de las cosas en Argentina son los autos. Cuando llegué acá en mayo, nos subimos a un taxi para ir al Airbnb del Ecoparque. Mi hija se sube al taxi y me hace la pregunta fantástica: "Papá, ¿qué es esto?" Y miro para el costado y es la manivela de la ventana. Y yo le digo: "Luna, eso es el tercermundismo. Bienvenida a Argentina". No existe la manivela en Estados Unidos. Hace 30 años que no existe la manivela. Acá la mitad de los taxis tienen manivela. Todo así, el auto destruido, mala calidad, son inseguros, el auto más popular vendido de Argentina es súper inseguro, todos tienen unos caños de escape espantosos, no hay híbridos, no hay eléctricos, no hay un mix de un mercado que se va modernizando. Todo destruido.
Creo que los autos son el problema número uno de la ciudad de Buenos Aires porque generan el ruido y la polución que hay y además son inseguros. El consumidor argentino es simplemente poco sofisticado porque no tiene las opciones de comprar productos a nivel escala global. Si pudiese, lo haría y empezaría a armar ese gusto. Pero no es que abrís las importaciones y mañana todos los cubiertos son buenos. No, el consumidor argentino es ignoto. Es ignoto de la calidad en la que vive. Vive en mala calidad y es muy molesto. Es muy molesto para el que llegó a vivir con buena calidad.
Servicios y atención al cliente
Esto se extiende a los servicios. Estados Unidos tiene el mejor servicio del mundo, pero del mundo. Te tratan espectacular en todos los negocios. En Europa no es así. En Asia te tratan bastante bien, muy formales, pero te tratan bien. Pero el americano que quiere vender, Vinny's te trata de resolver el problema. Es muy, muy proactivo.
Acá la gente que te atiende parece que te está haciendo un favor. Vas a un negocio y le decís: "Estoy buscando esto" y es como: "¿Y por qué te debería dar bola a vos?" Así te trata la gente. Muy baja la calidad del servicio.
Me sorprende a mí en Argentina lo que me cuesta pagarle a alguien. Me cuesta darle plata a alguien. Voy a contar otra historia de esto con la grabación de este mismo podcast. Cuando llegué estaba en un Airbnb, entonces no tenía un espacio para grabar cómodo, pero quería ir arrancando con el podcast. Le pregunté a Iván, el que produce el podcast, le dije: "Bueno, armame una lista de estudios y hablo y vamos a ver qué conseguimos". Hablamos con nueve estudios y miren lo que es el pitch mío.
Imaginate que sos un estudio que ayuda a grabar podcast. Debés estar harto del tipo que es un flaco de 35 que quiere hacerse el langa haciendo un podcast, te hace tres episodios y abandona porque es lo que la mayoría hace. Imaginate que sos un estudio, por ahí hacés plata de esa gente, pero estás harto de eso. Y yo les mando un mensaje: "Mirá, tengo un podcast, tiene miles de audiencia, ya grabé como 50 episodios, quiero grabar 50 más, quiero hacerlo en el proceso de uno o dos años, ya sé el formato, grabo solo, lo único que necesito es el sonidista que se asegure que el audio esté bien, yo voy, grabo bloques de tres horas y me voy". El pitch es espectacular. Te estoy diciendo que te voy a grabar 50 episodios. Te estoy diciendo que no necesito casi nada y que tengo la experiencia para hacerlo. Te estoy diciendo que quiero hacerlo ya. O sea, el cliente más fácil que yo no puede haber.
No pude, no pude con nueve estudios de grabación concretar una cita. Cuatro no me contestaron. Uno me dijo: "Sí, dale, está buenísimo, venite el viernes". Dale, el viernes voy. Voy el viernes y no están, no están en el estudio. "No, es que como no me reconfirmaste, no fuimos". Yo no entiendo esto.
Pero la cereza del postre vino con el último, que parecía el más serio, parecía como el más armado y les tiro el pitch: "Yo voy, quiero grabar 50 episodios, pienso grabar uno, dos o tres por semana, bla, bla, bla". Y me dicen: "Sí, bueno, está buenísimo, probemos". Y como que tardan dos o tres días en contestar y me dicen: "Ahora te paso unos horarios". Y me dicen: "Jueves a las 9 de la mañana, lunes a las 13 horas". Yo le digo: "Bueno, mirá, yo quiero grabar 50 episodios, no puedo estar coordinando cada set de grabación así. ¿Te puedo pedir, por favor, necesitar uno, o armá uno, pero necesitamos manejarlo con un calendario o que grabemos siempre a la misma hora todas las semanas, ¿no?" Y como que no me contesta, pasan 4, 5 horas, le mando, me mandó algo, no me acuerdo qué me dijo, yo le digo: "Bueno, quiero insistir con el calendar y nos vamos a volver locos con esto". Y me contestaron esto: "Pienso que no sos el fit de cliente para nosotros que quiere inmediatez, nosotros nos manejamos de otra manera, así que no te queremos de cliente". Literalmente, te piden un calendario para bookear 50 sesiones y te rajan. Es impresionante esto.
De ahí fui, me compré el micrófono este, no me acuerdo qué compré, compré algunas de las cosas y me armé el estudio en casa porque no podía grabar, no podía pagarle a alguien para grabar. Es una cosa increíble esto.
Comida argentina: mito y realidad
Eso es como cultura, servicios, y ahora vamos a la carne de todo esto, a la verdad, a la literal carne de todo esto porque vamos a hablar de comida. Porque a mí me preguntan: "Che, de Estados Unidos, ahora que estás en Argentina, ¿qué es lo que más extrañás?" Y mi reacción visceral es la comida. Lo que más extraño es la comida.
Lamentablemente tengo que venir a pincharle la burbuja a muchos argentinos, pero la comida argentina es de las peores comidas del mundo. Es de las peores. Y vamos a explicar un poquito esto.
Hay que tener cuidado: en gastronomía hay una gran trampa que es que conocer es gustar. Vos pensás que te gusta algo, pero no es que te gusta, es que lo conocés. Es muy difícil diferenciar estas dos cosas. Por eso a todos nos gusta el tuco de nuestras abuelas, no es porque es el mejor tuco, es porque es el que conocemos y no diferenciamos muy bien lo que conocemos de lo que nos gusta o lo que apreciamos que es bueno. Qué sé yo, a mí me gustan los Skittles y son buenos, pero los conozco, son satisfactorios, pero no diría que son buenos. Diferenciarlos es muy difícil.
Pero la realidad es que hay comida que es mejor que otra y si uno no puede diferenciar, si a uno le gusta la mala comida, bueno, tenés mal gusto. Y la argentina tiene mal gusto porque la comida argentina es muy mala, es realmente muy mala.
¿Por qué la comida argentina es mala?
La comida argentina es mala porque depende de casi todo el pan. No existe la comida argentina sin harinas. Eso ya es un primer indicador de los problemas que tenemos con la comida. Todo está bañado en pan: la milanesa, los ñoquis, la pasta, las tartas, el sándwich de milanesa. O sea, no alcanzaba empanar la carne, había que ponerle otro pan al pan de la carne. Todo con pan: choripán, todo lleno de pan. Es muy difícil evitar el pan en Argentina. Y el pan es satisfactorio porque es rico comer pan, pero ni siquiera es buen pan el que tenemos en Argentina. No es bueno. El pan que comprás en una panadería da vergüenza, se pone feo, es como ordinario, es un pan bastante ordinario.
El pan artesanal puede ser muy rico, pero en Argentina no hay. Ahora está de moda el pan de masa madre, que no es buen pan, es mal pan. La verdad que es mejor que el de la panadería ordinario, sí, pero no es tanto mejor. Entonces, ya tenemos problema número uno con el pan.
Plato por excelencia argentino que el argentino defiende a rajatabla: la pizza. La pizza tiene mal pan porque tiene una harina ordinaria y encima tiene mal queso, o sea, tiene malos los ingredientes. La pizza argentina es un bloque de queso barraza barato. Por ejemplo, la pizza de La Mezzetta, que es legendaria para la ciudad, usan el queso más ordinario que se vende así. De hecho, una vez compré una versión chica de ese queso, el queso barraza, lo tiré, no lo podía comer de lo salado y lo malo que era. Era muy malo. Entonces, es queso barato, una harina que no llama mucho porque no tiene buena, es simplemente harina ordinaria, no es que es un pan especial o está armado bien o tiene buenos ingredientes.
Después, todo lo que le ponen arriba o es cebolla, que la cebolla es igual en todo, hagas lo que le hagas, o deshidratados e embutidos. No hay nada que demuestre que tus ingredientes son malos que lo mejor que podés hacer es ponerlo en vinagre o sobrecocinarlo o deshidratarlo porque estás diciendo: "Bueno, al menos hacemos que dure".
Kentucky, está bien, sé que Kentucky no se supone que es buena pizza, pero Kentucky hace alarde de que todos los ingredientes que tienen son de lata. Vos entrás y es todo de lata, todo frasco, todo picle. ¿Qué demuestra? Que no hay ingredientes frescos. Escuchame, ¿por qué el orégano no es fresco en este país? ¿Por qué no podés ir a una pizzería y cuando pedís una muzzarella el orégano no puede ser fresco para una pizza? Ni eso podemos mantener. Es muy baja la calidad de los ingredientes y ese es el problema central de toda la comida argentina: los ingredientes son malos, no están bien cuidados, no están bien procesados, no son frescos.
Por eso los pocos restaurantes que hacen algo con ingredientes frescos resaltan tanto, como Don Julio o El Preferido. Hacen un poquito de cuidado y ya no hay nada similar. Te ponen un tomate que es lo mejor que hay. La fruta, la verdura tiene poco gusto, es marchita, te la venden sucia, es mala la fruta, es mala la verdura. Y como no es buena, la verdura y la fruta —particularmente la verdura— como es muy mala, es todo cocinado. Entonces te dan el tomate en salsa, la verdura sobrecocinada, todo tiene que estar todo procesado, porque si lo probás como es y no es bueno, y la verdad que no es muy gustoso.
Después tenemos las carnes. El cerdo está bastante bien en Argentina, pero el cerdo es una carne que no falla. El pollo es una carne que normalmente no falla tampoco, no es nada especial, aunque en Argentina es famoso el pollo por tener demasiadas hormonas. De hecho, no sé ahora, pero hace 10 años se decía que no se lo des a los chicos, por ejemplo, que no coman pollo.
Entonces, ¿qué te queda? Bueno, los pescados. Los pescados son grises acá, son grises, tristes. Te juro, veo la pescadería, como si nada fuese de granja esto, es de tristeza este pescado.
Entonces me decís: "Bueno, no tenés fruta, no tenés verdura, no tenés buenos panes, no tenés cerdo, no tenés pollo, ¿qué te queda?" La carne de vaca. Bueno, la carne de vaca, Gabriel, me tenés que decir que es una ventaja competitiva de Argentina, famosos en el mundo por la carne de vaca. Y la verdad que lamentablemente al argentino le gusta la carne de vaca como le gusta el café: quemado, siempre quemado. Le tenemos tan poca confianza a nuestra cadena de comida, de gastos, de gastronomía en Argentina que se sobrecocina todo porque no tenemos confianza.
De hecho, hay razones para no tener confianza, porque en Argentina está el síndrome urémico hemolítico que mata a muchos chicos, es algo muy endémico de Argentina, entonces la carne hay que sobrecocinarla porque si le toca a un chico le puede agarrar una enfermedad letal. Pero eso es general, los adultos también quieren la carne cocinada porque nadie confía de que se estuvo manteniendo bien, así que si no mantenés bien la carne en todos los procesos ya la desconfianza es total.
La experiencia de comer carne en Estados Unidos es superior a la de Argentina por 20 veces. Lo que sí, no es competitiva por precio, es carísimo. Ahí en Menlo Park yo iba con mi mujer a un restaurante, un steakhouse, un tomahawk para dos personas, grande, para dos personas, te llenás, estaba a $100. $100 un pedazo de carne, aunque ahora estamos medio peligrosos porque hay lugares que te venden la entraña a $35, pero bueno, estamos lejos de eso, pero la experiencia es espectacular, la carne está bien cocida por afuera, tiene un buen rojo por dentro, muy satisfactoria de comer.
Si tuvieses que elegir entre la experiencia de comer carne en Argentina o comer carne en Estados Unidos, si no pagás la cuenta, elegís la de Estados Unidos. O sea, que ya en calidad no podemos competir. Ni siquiera Don Julio te digo, porque Don Julio lo que logra muy bien como restaurante son las ilusiones, pero no es que es el top de experiencia. Es una muy buena experiencia, pero no es top, simplemente que te garantiza que la experiencia es muy buena, que es un montón. Porque la experiencia argentina local es que la mitad de las veces que vas a un restaurante la carne tiene muchos nervios, está sobrecocinada, tiene mucha grasa, no es una buena experiencia.
Vino, queso y café
Esto de que Argentina tiene algo que es famoso por tener, pero no es el mejor del mundo, pero es competitivo, pasa con otros dos productos que son el vino y el queso.
El vino lo defiendo. El vino argentino es el que más me gusta. Tiene que ver con que es el tipo de vino que se produce acá, es el que aprendí a que me guste, pero por precio le gana a todo el mundo. Si voy a Estados Unidos y me pido un vino de $20, me parece medio medio. El vino de $20 acá es buenísimo, en general es buenísimo. O sea, que por precio competimos espectacular. Obviamente los mejores vinos del mundo no están en Argentina, pero está bien porque el propósito del vino no es hacer, entre comillas, es armar esa variedad. Argentina tiene una variedad y es súper competitivo por precio.
Con el queso es medio distinto porque el argentino es un exportador mundial de queso, pero el queso que se vende acá es de baja calidad. A veces tiene harina metida, siempre es un muzzarella blando, no tenés variedad, no es bueno. De hecho, cuando te pedís una picada, la picada general en Argentina o es muy cara para que sea buena, o es realmente como que te ponen bloques grandes de queso, te ponen un bloque de roquefort ordinario para llenarte la panza. No es para disfrutar algo variado. Entonces todas las picadas que comí en Estados Unidos fueron de calidad muchísimo mejores que las argentinas. Pasa que son mucho más caras y obviamente no están pensadas como acá para que te llenes. No está para que agarres el pan de la panadería y te mastiques así 300 gramos de muzzarella, sino que son como degustaciones.
Y con el café, que lo mencioné brevemente, por suerte ahora estamos en un boom en el café de especialidad que está bueno. El café de especialidad es bueno. Acá hay cafés de especialidad malos y buenos, pero en general me parece súper competitivo con el americano. También está en el mismo precio que el americano, está prácticamente en el mismo precio que en Estados Unidos. Pero el café tradicional te vende café quemado. Mirá, el café de Starbucks no es la gran cosa, pero no te lo venden quemado. Acá vas a una Havanna, yo fui a una Havanna, me compré un alfajor y un café y tiene el café... Lo probé así y lo tiene al tacho. O sea, es una fide que vende café. Vende café. O sea, te venden los granos, te venden el café quemado. Es impresionante. La gente no le gusta el café acá porque, claro, porque es malo. Entonces le ponen azúcar y leche, tapan todo y, viste, es mal gusto. Es mal gusto esto. No está bien.
Comida étnica y el helado
Después está el tema de decir: "Bueno, Gabriel, esos son todos los platos más tradicionales argentinos, pero la ciudad tiene un montón de comida étnica". Decís, hay variedad, no es que es malo. La realidad es que para ser una metrópolis la comida étnica de la ciudad de Buenos Aires es bastante mala. La verdad que es bastante mala. Toda la oferta asiática, bueno, europea es medio lo que hacemos nosotros, pero toda la oferta, por ejemplo, ramen, comida china, comida vietnamita, todo eso, comida mexicana, no es buena. La verdad que no es buena y en realidad tienen el problema central, hay dos razones por las que es mala.
La primera, los ingredientes. Son malos los ingredientes. No pueden ser buena comida con malos ingredientes. Tenés un techo muy bajo a la calidad que podés hacer. El ramen que me sirvió cuando abrió Fukuro, eran sobrecitos de Knorr, era un caldo deshidratado. No existe el ingrediente deshidratado en la buena comida. Es malo, es malo. Entonces es toda medio mala. La comida mexicana es mala, la coreana es mala, todo malo porque los ingredientes no te dan. No te dan porque no tenemos una cultura de hacer bien la verdura, mantenerla bien, mantenerla fresca, competir por eso, se consume todo por precio. Y la mejor manera de competir por precio es bajando la calidad.
Después tenemos que el argentino tiene un paladar muy básico. Condimentos, picante, todo eso, se está expandiendo. Es lógico, el mundo se globaliza más, los argentinos viajan más, prueban más cosas y está mejorando mucho esto. El picante está apareciendo en muchos más lados ahora, por ejemplo. Pero igual, la comida acá no tiene muchas especias, es muy sonsa. Y te dicen: "Uh, ¿para qué le metés algo a la carne?" Y es como que le falta mucho a Argentina para crecer en esta área.
El producto sí que Argentina tiene que es el mejor del mundo en la comida, y esto te lo defiendo, es el helado. El helado sí, el helado en Estados Unidos es espantoso y el helado en Italia obviamente es rico, se merece la reputación que tiene, pero si tengo que hacer una lista de los mejores helados que comí en mi vida, siempre fueron en Argentina. Y eso que tenemos ahora Rapanui, que es el helado del momento, hace varios años ya, que ya es súper industrializado, es muy grande, es de calidad mundial, por precio y por calidad.
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¿Qué más extraño?
Ya hablé de comida, o sea, ¿qué más extraño? Comerme un buen ramen en San Francisco, lo que más extraño es comer comida fresca, comer un buen sushi, lo que más extraño de la comida, especialmente en la costa oeste de Estados Unidos, la fruta, la verdura es excelente.
No extraño el estilo de vida opresor del sistema, sí extraño por ahí la calidad de todo: de las plazas, de los parques, del buen estado de las cosas, de que mi hija es muy cercana al perro, un montón de cosas. Extraño eso.
Pero bueno, Argentina es mi país. Yo tengo una identidad cultural argentina. Yo soy argentino como cultura. Para mí no es que uno es argentino por un lado político de "defiendo a muerte la bandera". Para mí ser argentino no es defender la bandera. Ser argentino es una identidad cultural, de la que tenemos una de las identidades culturales más fuertes del mundo. La manera en la que asimilamos inmigrantes es una cosa muy fuerte que existe en otros países. No lo tiene ni Estados Unidos.
Pero bueno, vivir acá, que es un país divertido, que tiene todas estas reglas, no es gratis. Obviamente, a mí me gusta porque lo conozco. Pero ahora yo, como padre, tengo una hija y tengo que decir: "che, no es gratis vivir acá". Y a veces pienso en el precio que le pongo a mi hija por vivir acá.
El primero de todos es el inglés. Ella empezó hablando en inglés, ahora habla en castellano y el inglés está atrasado. Y digo, toda su vida va a pagar por no tener un inglés nativo y no es tan fácil tomar esa decisión. Entonces uno dice: "Bueno, capaz en algún momento debería migrar a Estados Unidos o por ahí ella quiere migrar a Estados Unidos". Ponele que ella tiene 18, se vuelve programadora y dice: "Papá, me voy". Y le digo: "¿Y qué visa vas a hacer? No tenés nada". ¿Y qué? Yo decido por ella. A mí nadie me pudo ayudar y yo estoy tomando la decisión activa de cercenarle ese camino a mi hija.
Y hay un impuesto educativo-cultural también de vivir acá. Los amigos son de acá. Las familias que va a hacer en Estados Unidos son de acá, no son de Estados Unidos. Entonces, va a tener que pasar un proceso como el mío de cómo te amigás y cómo te adaptás a Estados Unidos y siempre vas a ser un extranjero. Todo esto pensando en la posibilidad de que ella se quiera ir a vivir a Estados Unidos dentro de 10 años, ¿no? Que puede pasar.
Y no es solo sobre eso, sino que Argentina vive en el pasado. La verdad es un país muy atrasado en muchos aspectos culturales, sociales, tecnológicamente. Todo esto que digo, la gente no sabe, anda con la manivela y yo le estoy diciendo a mi hija que ese es el mundo normal. A mí me molesta pensar que Argentina le va a consumir a mi hija una dieta buena, una red social distinta, una calidad de vida. A mí me genera fricciones.
Entonces viene la pregunta central: ¿me estoy consumiendo el futuro de mi hija por mis preferencias? Yo creo que a pesar de que ahora es el momento para mí para estar en Argentina, sí pienso que hay varias condiciones que se pueden dar por las que revierta mi decisión y diga: "¿Sabés qué? Vamos a Estados Unidos, se acabó acá, nos vamos para allá, vos vas a vivir allá y listo". Podría llegar a pasar y yo creo que sería mucho más para mi hija que para mí, si pensás eso. Yo el precio de haber nacido y crecido acá ya lo pagué. Ya tengo un inglés secundario, ya pagué, tengo casi 40 años, ya está. Yo no puedo revertir ese resultado, pero ella no lo pagó todavía.
Así que, esa es la gran decisión que tenemos que tomar todos nosotros. La que vamos a hacer para nosotros y la que vamos a hacer para nuestros hijos.
Espero que les haya gustado este episodio. Si les gustó el podcast, denle follow para saber de los nuevos episodios y síganme en Twitter en @Conanbatt.