Tecnología Informal

033. Ambición Profesional

  • 17:51
  • Fri Dec 12 2025
  • Temporada 1 • Ep. 27

En el episodio de hoy hablamos de la ambición, de querer progresar en una carrera, de distinguirse y de cobrar más. Hacemos un paseo por todos mis salarios y cómo fui subiendo escalones para llegar a ser Staff en OpenSea.

Un rol alto con salarios bajos está en la base de la pirámide de talento.

Los trabajos fáciles son una de las trampas para quedarse abajo de la pirámide.


Bienvenidos a Tecnología Informal, un espacio para hablar de carrera, inversión, producto, cultura y todo lo relacionado con startups. Yo soy Gabriel Benmergui y soy un programador con más de una década de experiencia viviendo y trabajando en California, Estados Unidos.

En la carrera de programación es fácil estancarse. Es un trabajo cómodo, no es exigente físicamente y frecuenta periodos de poca intensidad. Pero una carrera es una carrera. Avanzar requiere destacarse sobre tus pares para conseguir mejores oportunidades laborales.

En el episodio de hoy vamos a hablar de cómo avanzar, cómo hacerlo rápido y explotar tu propio potencial.


De IBM a OpenSea: El Camino de la Pirámide

En 2006 conseguí mi primer trabajo de programador full-time en IBM. Aunque tenía nociones de programación por mi cuenta, solo había hecho materias de matemática en Ciencias de la Computación. En IBM me entrenaron por un mes antes de hacerme una oferta laboral de junior. Me pagaban $1.400 pesos por mes, unos $300 o $400 dólares en su momento.

Recuerdo entrar y que algunos programadores senior decían que programación pagaba bastante bien. IBM pagaba por abajo del mercado, aún en pesos, aunque sí, era más fácil entrar.

Hacemos fast forward al 2022 y en OpenSea tengo un salario bruto de $245.000 dólares anuales, unos $20.000 dólares por mes, más un paquete accionario que duplica o triplica ese número.

Cuando comparto este tipo de números, generalmente tengo dos tipos de reacciones. Una es de rechazo o incredulidad. Los números son ridículos, excepcionales o inalcanzables. No aplicarían para ellos como programadores nunca y no son puntos de referencia. La información es inútil o sucia y hasta negativa, como si fuese información que los lastimase o los pusiese fuera de lugar.

Después está la otra reacción, la curiosa, la hambrienta. En la película de "El Lobo de Wall Street", Jonah Hill le pregunta al personaje de Leonardo DiCaprio cuánta plata hace y éste le contesta $72.000 dólares por mes. El personaje de Jonah Hill reacciona: "Si me demostrás que ganás eso ahora mismo, yo renuncio y me voy a trabajar con vos".

La información de lo que pagan las empresas americanas para los programadores genera, en lugares como Argentina, un cambio de paradigma. La información es absolutamente verificable, desde los salarios públicos en H1B Info o en Levels.FYI.

Los programadores que ven esto como una oportunidad tienen una llama inextinguible y revitalizante e inmediatamente hacen preguntas: ¿Qué les falta? ¿Qué necesitan? ¿Cómo puede ser?

Una de las más sencillas diferencias entre los programadores que hacen poco y los que hacen mucho es la ambición que les permite usar información como una oportunidad para avanzar.


La Pirámide del Talento

Uno podría dividir al mercado de talento en posiciones, si uno es manager o programador, y también en rangos de ingresos: los que cobran mucho y los que cobran poco. Tanto en ingresos como en posiciones, uno puede pensar en una pirámide que, a medida que uno va subiendo, van subiendo los ingresos y las responsabilidades.

Para subir en esta pirámide hay que ser más competitivo que todos los que están abajo del nivel al que uno apunta. Una carrera es una carrera, es una competición por la cima donde hay que ser superador o ser superado.

Recordemos la hipótesis del mercado eficiente del episodio 9, "Economía para Startups". Aunque el mercado de talento es un mercado imperfecto, a muy grandes rasgos, los ingresos van a estar alineados con la productividad. Para conseguir ingresos más altos hay que ser más productivo. Y viceversa, ser más productivo trae mayores salarios.

El concepto de productivo es el real, el que se enfrenta al mercado. No es la dificultad del problema o el sudor de la frente, sino el valor que trae un producto luego de que los usuarios paguen. Un pasante de Facebook tal vez agregue un feature que le usan 20 millones de personas, mientras un director de IBM en Argentina maneja un ejército de consultores para productos tecnológicos internos con menos de cientos de usuarios.

Un rol alto con salarios bajos está en la base de la pirámide de talento, mientras que un rol bajo en la cima de la pirámide puede ser un programador solitario que cobre millones de dólares.

Trabajar para empresas americanas versus locales es estar un escalón más arriba en la pirámide. Trabajar en empresas de mayor calidad, con productos, con más usuarios y más valor es estar más arriba en la pirámide.

En la base de la pirámide están los programadores que trabajan en productos y empresas locales o regionales. Estos programadores suelen estar en el rango de hasta $50.000 dólares anuales y pueden llegar a liderar equipos y manejar proyectos con mucha importancia para una empresa.

Después están los programadores remotos en el rango $50.000 a $200.000 dólares anuales. Luego los programadores en el mercado americano en el rango $200.000 o $1.000.000 de dólares anuales. Luego los ejecutivos o posiciones de liderazgo, managers o líderes de tecnología, más cerca del rango de $10.000.000 de dólares anuales. Y finalmente los founders, que son los más ricos del mundo cuando tienen éxito y cobran a veces menos que la misma base de la pirámide cuando fracasan.

Es importante entender que los ingresos suben exponencialmente, al igual que la dificultad de llegar al próximo escalón. Un ejecutivo de una startup en 4 años hace el ingreso que decenas de programadores juntos en el primer escalón no van a hacer en su vida.


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Desafíos para Programadores Argentinos

Para los programadores argentinos, hacer carrera tiene desafíos que los americanos no tienen. Históricamente, la carrera estrella de los americanos es ir a una universidad prestigiosa y llenarse de contactos para entrar en empresas explosivas que pagan fortunas. Este camino lo hacen latinoamericanos. Stanford tiene varios argentinos ahora mismo estudiando grados o posgrados, pero es caro y para pocos.

En particular, prepararse para ir a la universidad en Estados Unidos solo se puede con mucha ayuda, determinación, y aun en escuelas muy prestigiosas en Argentina como el San Andrés, pueden mandar apenas un alumno por año.

Sin contactos y sin una universidad de prestigio, es más difícil entrar a las oportunidades que te arrancan arriba de la pirámide. El prestigio de las universidades americanas viene más por sus filtros que por la calidad de su educación.

Hay programadores que se graduaron con 23 años y consiguieron su primer trabajo en Facebook para llegar a ser senior engineer a los 27 años y estar cobrando medio millón de dólares anuales. Además, adquirieron skills que tienen muchísimo valor en el mercado y oportunidades en empresas crecientes con las que pudieron saltar a roles de management en poco tiempo.

Lo más trágico de empezar desde abajo de la pirámide es que uno se puede pasar años sin adquirir los skills para subir escalones. Ese es, sin duda, mi caso. Aunque el trabajo de IBM me dio experiencia y conocí a gente que aún hoy en día es valiosa para mi carrera, el trabajo en sí era poco desafiante. Trabajaba en un producto interno de IBM, pero alejado completamente del producto y del negocio. Tenía semanas en las que no podía hacer nada porque no tenía tareas asignadas por el equipo americano.

Lo terminé usando para leerme libros de programación y estudiar para la facultad, lo que me parecía un buen negocio, pero realmente no lo era. Para cuando me fui de IBM, mi experiencia práctica de escribir código había sido poca y en tecnologías obsoletas.

Los trabajos fáciles son una de las trampas para quedarse abajo de la pirámide. Es un plan muy común de trabajar y estudiar a la vez y estar cómodo, pero todo lo que no te adelante te atrasa relativamente con tus pares. Además, a la larga casi todos abandonan la universidad en Argentina, haciendo todo el plano un fracaso por A y por B.


El Salto: De Consultoría a Startups

En la universidad terminé conociendo a un amigo que me dijo que estaba cobrando $2.400 dólares por mes. Le pregunté inmediatamente dónde y qué tenía que hacer. Me dijo que me meta en Ruby, que todos están cobrando así. Hice todo tutorial habido y por haber y apliqué para la empresa que hoy es Deviget. Me dieron un homework que completé, pero que demostraba mi inexperiencia. Me rechazaron.

A los tres meses renovaron la búsqueda por un junior, me llamaron y acepté inmediatamente por $1.600 dólares por mes. Con esa plata me mudé solo con mi pareja y sentía que podía tirar manteca al techo. Era un salario cuatro veces más grande que en empresas locales como IBM o Mercado Libre. Mi primer aumento fue de $400 dólares, más que mi salario total de IBM.

La clave para saltar al mercado remoto es un triángulo: el inglés, la tecnología y la experiencia en empresas de producto o startups. Mi inglés era suficientemente bueno. La tecnología la aprendí específicamente para aplicar al trabajo. No había escrito una línea de Ruby antes de ver la oportunidad. Lo que me faltaba era experiencia en startups, aunque en este caso, como era una consultora, era menos exigente.

Lo mejor de la experiencia no fue la plata, sino que estaba trabajando en startups. Empecé a trabajar con Jamie Siminoff, el fundador de Ring, y podía ver en cierto grado cómo se manejaba el negocio y el producto: de dónde salía la plata, qué hacían, qué tipo de problemas tenían.

Yo solo entendía ver un problema técnico y encontrar la solución técnica. El producto era la tecnología. Antes de esta experiencia, yo no entendía qué era hacer algo para un usuario final y los atajos que uno tiene que hacer en un negocio para proveer valor en lugar de código.

La cultura es totalmente distinta. Si el sitio se cae, hay que levantarlo aunque sea un domingo a las 3 de la mañana. Si hay compromisos externos para tener un producto, hay que terminarlo a tiempo y poner el sudor que sea necesario. Si hay un problema técnico que nadie sabe resolver, hay que remangarse.

Y solo sacar un producto al mercado no alcanza. Hay que mirar cómo se está usando, arreglarlo, corregirlo. El trabajo de producto es infinito. No termina nunca. Siempre hay algo para mejorar o agregar. Y por lo tanto, siempre se trabaja más intensamente y más horas que en consultoría terciarizada.

Las oportunidades para tomar responsabilidades y aprender de cualquier cosa abundan, desde negocios a nuevas tecnologías. Y son las oportunidades de crecimiento personal. La diferencia entre cumplir el horario y las tareas asignadas versus trabajar lo que dé y hacerse cargo de las cosas es inmensa.

Ser responsable de una entrega, un producto o un proceso, es decir, tener la responsabilidad de que si fracasa es problema tuyo, te da propósito y te da visibilidad. Cada oportunidad aprovechada genera nuevas oportunidades. El premio por trabajar bien es más trabajo.


El Techo del Trabajo Remoto

Sin embargo, el trabajo remoto tiene sus límites. Tanto en IBM como en Deviget me tocó trabajar en equipos híbridos, con americanos que programaban. La pregunta que nadie se animaba a hacer era cuánto cobraba el otro. Llegué a ver programadores americanos que eran menos productivos que yo, pero yo no cobraba lo suficiente para siquiera pagar el alquiler de donde ellos vivían. Sí, estaba bien para salarios argentinos, pero muy mal para salarios americanos. Estaba un escalafón abajo en la pirámide.

Para subir, iba a ser necesario ser comparable con los americanos, competir directamente con ellos para los mismos puestos. Y para eso tenía que considerar migrar.

Apliqué en varias empresas en Estados Unidos, pero solo una estaba preparada para hacer el papelerío migratorio requerido para mi caso: Scribd.com. El proceso de entrevistas fue muy intenso para mi experiencia, pero tenía suficiente del triángulo de startups para pasar. Me ofrecieron $100.000 dólares anuales, unos $8.000 dólares por mes. Una vez más, cuadrupliqué mis ingresos.

Cobrar $100.000 dólares como empleado desde Argentina era algo extremadamente improbable en 2013. El trabajo remoto que llegaba a Argentina era terciarización en su máxima expresión, y había muchas herramientas que hoy tomamos por sentadas que hacían el trabajo remoto más incómodo. Esto cambió mucho con la pandemia y la revolución remota. Ahora hay muchísimas oportunidades para hacer esa plata desde Argentina y hasta duplicarla.


La Experiencia de Emigrar

Cuando entré a Scribd.com y entendí más sobre la cultura americana, le quise extender la mano a muchas personas. A programadores que yo consideraba mejores que yo. A ex compañeros de trabajo. No encontré ninguna persona dispuesta a hacer la aventura que estaba haciendo yo. El costo emocional y práctico de emigrar. Intenté en la facultad, en la comunidad de Ruby y con conocidos sin suerte. Estaba solo.

La experiencia de trabajar en persona en Estados Unidos es irreemplazable. Desde lo más blando, hay mil temas culturales que uno no puede entender desde lejos: los productos que la gente usa, las preocupaciones, el costo de vida, el lenguaje. Y después lo laboral. Trabajar en persona tiene oportunidades de crecimiento personal invaluables. Trabajar en equipo presencial, tener mentores y líderes y estar codo a codo con personas clave en una empresa.

Es muy improbable escalar una empresa sin los skills necesarios que te da la presencialidad. El mercado remoto tiene techos de cristal que son difíciles de perforar sin esta experiencia.

Además, las oportunidades, al igual que la información, se mueven en redes de personas. En amigos de. En persona, además de trabajar, uno hace sociales, comparte actividades y tiene una conexión fuerte. En el trabajo remoto, las relaciones personales son más frágiles y eso tiene un costo a largo plazo en oportunidades de inversión, de trabajo y hasta fundación de empresas.


La Calidad de las Empresas y el Valor de la "Estampa"

Aún dentro del mercado americano de talento, hay grandes diferencias en calidad de empresas. Scribd.com me pagaba la mitad de lo que pagaba Facebook o Google en aquella época, donde también apliqué. Ni Facebook ni Google querían hacerme la visa. No necesitaban porque tenían miles de programadores americanos listos para trabajar para ellos.

Estados Unidos tiene, en algunos estimados, 3 millones de programadores, mientras que el famoso FANG contrata en su totalidad 100.000 programadores como mucho. Solo entrar en estas empresas te pone en el top 3% del mercado americano.

Scribd.com no podía ni pagar lo mismo, pero tampoco tenía el mismo poder de negociación, haciendo más fácil para mí entrar. Las empresas que pagan mucho son muy selectas con el personal y tienen un filtro muy fuerte de entrada de credenciales. Están obsesionadas con contratar a graduados universitarios y tienen programas de reclutamiento caros y agresivos para competir en la cabeza de estudiantes.

Una alternativa a la credencial universitaria es la de una empresa en tu currículum. Una empresa estampa. Para la empresa estampa hay que tener suerte, ambición y estar al tanto del pulso del mercado.

Hoy en día, tener a Meta, Google o Amazon en el currículum no tiene la marca que tenía hace 10 años. Y además, es casi imposible entrar de manera remota. Pero muchas otras sí. Las empresas estampa son los household names, los nombres que sabés que todos saben. Las startups que tienen una reputación y una marca espectacular.

En mi caso, el salto fue entrar a Robinhood. Cambió para siempre mi perfil como programador en los ojos de recruiters, founders y otros programadores.

Hoy en día pueden ser empresas como Ramp, Tesla, TikTok, Figma, OpenDoor, Discord, GitLab o Datadog. Y varias de estas empresas contratan de manera remota y en grandes números.


El Valor de Subir Escalones

Todo este largo camino de mi carrera, de empezar en pesos en IBM, luego remoto, luego emigrar y al final luchar por un lugar en las empresas de mayor categoría, se puede adelantar con ir a una universidad americana. Un graduado de Stanford, por ejemplo, empieza su carrera entrando al escalón de arriba de todo. Hay razones justificables de por qué pasa esto. Entrar a Stanford es más difícil que entrar a Google.

Pero la mayoría de los obstáculos para escalar en la carrera son la dificultad migratoria, el idioma, la experiencia de vida y los contactos personales. Pero por suerte hay algo que es irreemplazable: la ambición y la garra. Y con eso se puede superar la enorme ventaja que tienen los programadores americanos.

El mercado de talento tiene ingresos que crecen de manera exponencial. Lograr subir escalones es lo que más va a rendir. Para eso hay que conseguir los skills correctos, mejorar el inglés, los skills técnicos y la experiencia en startups. La responsabilidad y los esfuerzos son recompensados a la larga. Los atajos de hoy son las desventajas competitivas en el futuro. Ponele garra.


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