050. Conanbatt: Origins
- 50:31
- Fri Dec 12 2025
- Temporada 2 • Ep. 12
Episodio conmemorativo del podcast y del camino recorrido hasta la fecha. Competencias internacionales, enemistades, cambios de carrera, llantos y eventos históricos del país en un episodio muy personal.
"Este episodio es especial también porque se lo dedico a mi hija. Mi hija ahora tiene 4 años, la amo con toda mi vida y lo lamento, Luna, pero yo te veo ahora como sos y sos como yo."
"Una de mis memorias más felices de toda mi vida es tener a todos en contra y ganar."
"La gente que me considera arrogante o soberbio, realmente no tiene mucho que enseñarme de humildad. Yo tuve que abandonar una carrera y un sueño y un sentido de propósito de mi vida porque perdía con nenes de 12 años a lo que hacía."
El episodio de hoy es un episodio conmemorativo: llegamos al número 50 del podcast. Yo empecé a grabar esto en 2022, ya vamos 50 episodios, es un montón. La mayoría de los podcasts no llegan ni cerca a este nivel de contenido. Quise hacer un especial un poco distinto, una historia mucho más personal, menos sobre contenido y mucho más sobre por qué trabajo de recruiting, por qué tengo este tipo de personalidad y por qué hablo de la forma en la que hablo.
Este episodio es especial también porque se lo dedico a mi hija. Mi hija ahora tiene 4 años, la amo con toda mi vida y lo lamento, Luna, pero yo te veo ahora como sos y sos como yo. Así que tenía muchas ganas de escribir este episodio, en parte porque quiero que vos, como mi hija, me entiendas a mí, pero también para que te entiendas a vos misma, porque realmente pienso que vas a tener una vida muy similar a la mía en muchos aspectos.
Bienvenidos a Tecnología Informal, un espacio para hablar de carrera, inversión, cultura, mercados y todo lo relacionado a trabajar en startups. Yo soy Gabriel Benmergui, un programador recruiter con más de 10 años de experiencia viviendo y trabajando en Estados Unidos y actualmente el fundador de Silver.dev, una agencia de talento en Buenos Aires que conecta a talento argentino con startups americanas.
Así que el episodio de hoy son mis orígenes: mis orígenes de mi personalidad, de la forma en la que soy, de la forma en la que hablo, como siempre fui de llevar las cosas hasta el final, de mostrar tenacidad y también de tener este tono de arrogancia y confrontación. Siempre estoy buscando una discusión, un debate, y la gente, bueno, mucha me dice: "che, mirás como si supieses todo, con soberbia". Me critican en Twitter por cómo escribo las cosas o por el tipo de cosas que digo también, ¿no? Es más, mi familia se ríe de este tema. Yo a veces les digo: "¿podría ser una marca de Silver.dev que no sea arrogante?" y se ríen, me dicen "no, no lo podés sacar, es parte de tu ADN hablar de esta manera". Es algo de toda mi vida.
Infancia y Competitividad
¿Por qué soy así? ¿Por qué mi familia piensa así? Yo siempre fui un tipo que le gusta jugar. En el episodio de cripto hablo de cómo en mi familia se jugaba a las cartas, se jugaba a las apuestas y yo era el más chico. Era la persona más chica de toda mi familia, entonces todos me ganaban y no había un "te dejo ganar". Tenía 6, 7, 8 años, lo que me daban para gastarme me lo sacaban en las apuestas. Se hacía mucha trampa: mi hermano hacía trampa, mi abuela hacía trampa. Un ambiente donde yo era el más débil, el más chiquito, y siempre tenía un poquito de adversidad. Odiaba perder, lo odiaba, me causaba bronca, lloraba de la bronca de perder las cosas, pero a pesar de eso quería seguir jugando porque quería ganar. Ganar era más importante.
Voy adelantando esta etapa de mi vida, de los 0 a los 10 años. Luna, sos igual a mí, te va a pasar lo mismo: odiás perder y querés jugar todo el tiempo. Lamentablemente estás siguiendo mis pasos.
Después tuve esa etapa de formación preadolescente, donde jugaba mucho y también mi hermano, que es un diseñador de juegos, siempre supo toda su vida que quería hacer juegos. Él hacía juegos en papel para que yo juegue, jugábamos en las consolas, jugábamos en las Commodore, jugábamos muchos juegos juntos. Pero por ahí a los 10 años hubo un cambio: me regalan mi primera computadora, era una Pentium, un 86 creo. Empecé a jugar juegos más de adulto, juegos de computadora más avanzados de la época, y me acuerdo cuando conseguimos el Quake 1, el Quake de John Carmack, una maravilla de la ingeniería de software.
Yo la empecé a jugar un poquito, pero mi hermano agarró un cable y conectó la computadora de él con la mía y podíamos jugar en red. En esa época no había internet, había dial-up, pero era muy caro, no era la época de fibra óptica, entonces jugar con las máquinas conectadas en una LAN party era la única manera realmente de jugar en cooperación. Yo tenía 10 años, mi hermano tenía 17, y me acuerdo que empezamos a jugar el Quake en la computadora y me destrozaba. Una de las primeras partidas que jugamos me gana 10 a -1, o sea, me suicidé más veces de lo que lo maté a él. Un papelón, y mi hermano siendo más grande y haciendo el bullying fraternal me gastaba, me decía que era malo, que me podía boludear, me boludeaba. Yo me moría de bronca porque no quería perder y no quería perder contra él y no me gustaba que me boludee, lo odiaba.
Pero en vez de quejarme, me despertó una rivalidad. Dije: "bueno, yo puedo mejorar en el juego para tratar de ganarle a mi hermano". Es más grande, está más formado, obviamente, cognitivamente, todo, pero en el juego somos lo mismo, tenemos más o menos las mismas herramientas. Ahí empieza una obsesión con los juegos. No había internet, entonces la única manera era jugar en el single player, jugar solo y autodesafiarme todo el tiempo: hacerlo más difícil, hacerlo con menos armas, hacerlo sin poder tocar el mouse, hacerlo con el teclado. Buscaba cómo hacerme nuevos desafíos y mejorarme con el mero fin de ganarle a mi hermano.
Era una época donde jugué mucho a los juegos de computadora, muy obsesivo. Siempre jugaba un juego, tenía un juego nuevo, empezaba en Nightmare, la dificultad más alta, era frustración hasta que le gane, era volverme bueno sea como sea. Fueron dos o tres años donde fui creciendo y tuve esta pasión por los juegos.
Me acuerdo cuando tenía 12 o 13 que salió el StarCraft y ahí, cuando yo tengo 13, mi hermano tiene 20 y él ya estaba en la facultad, con trabajo, con novia, ya no jugaba tanto y en el StarCraft nunca me ganó. Jugamos una partida, él se dio cuenta rápido que yo estaba años luz de él, él no podía jugar mucho y medio como que jugamos dos partidas y nunca más.
Me acuerdo una vez que vino a casa, él ya se había mudado, vuelve a casa y me dice: "bueno, jugamos una partida de Quake 2". Yo tenía 13 años. Empezamos la partida y me empieza a ganar, me empieza a boludear, yo no estaba jugando bien, no sé, no estaba concentrado. En un momento me pega una boludeada mal, me mata y me dice: "mirá, te falta mucho boludín", una cosa así. Me acuerdo que entré en un nivel de concentración después de que me dijo eso, que ni me acordaba del resto de la partida, es como que me dijo eso y cuando recuperé la conciencia ya había ganado. Gané yo 20 a 13, me acuerdo exactamente ese puntaje, fue una victoria contundente y de ahí mi hermano decidió no jugarme nunca más al Quake 2. Yo tampoco quería jugarle, porque mi relación con mi hermano y mi relación con los juegos era la del adversario. Mi hermano me jugaba a mí porque me ganaba y yo le jugaba a él porque yo perdía. Si yo le gano, yo no quiero jugar y si él pierde, él no quería jugar. Fue bastante choto esto para mí porque me quedé sin rival. Yo jugaba a los juegos, obviamente que los disfrutaba, pero tenía una pasión porque decía: "si me vuelvo bueno le voy a ganar a mi hermano". Era importante eso para mí. Pero después de que mi hermano dejó de jugar, perdí un poco esa chispa.
Todavía no tenía internet, pero por suerte entré a la secundaria y ahí empecé a encontrar amigos que también jugaban juegos.
El Origen de "Conanbatt"
Hago una pequeña pausa para contar el origen de mi nickname, @Conanbatt. Empecé en la secundaria porque veíamos un anime que era Detective Conan, un anime basado en Sherlock Holmes. Tenían episodios especiales en dos partes: pasaban un episodio al final del domingo y el siguiente al principio del sábado de la semana siguiente y te dejaba toda esa semana tratando de adivinar cómo era el crimen. Como un par de veces llegué a adivinar yo cómo era el caso, compañeros de la secundaria me decían Conan, por Detective Conan. Cuando voy online y trato de usar Conan como nickname, estaba ocupado por Conan el Bárbaro. Así que quería agregarle algo y le terminé poniendo Batt. Batt viene de un anime que se llama Samurai X o Rurouni Kenshin, que significa "legendario". En realidad mi nickname es como Conan el Legendario. Como tiene la doble T, nunca tuve problemas en conseguir mi nickname en todos los servicios y ahí quedó: en Twitter, en mis mails, en un montón de plataformas.
Adolescencia, Rivalidad y Arrogancia
En la secundaria ya me decían Conan y tengo una experiencia particular. Mis amigos empezaron a tener internet, empezaron a tener computadoras, empezaron a jugar estos juegos, empezaron a jugar al Quake, pero ellos empezaban ahí. Yo tenía dos o tres años de jugar muy obsesivamente a esto, entonces obviamente les ganaba. Jugábamos todos contra todos o cooperativos, no era muy importante. Un día un amigo me dice: "che, estamos mejorando mucho, en algún momento te vamos a alcanzar". Y yo le digo: "qué tierno, no estás ni cerca, amigo. Vos y todos juntos pueden venir y no me van a ganar". Se indignó ese amigo mío. Fue con los otros amigos y fue como una lucha de basureo en plena secundaria, donde todos los pibes me decían: "te vamos a hacer mierda". Yo les digo: "juguemos, hagamos una apuesta, pongamos guita". Yo quería hacer plata aunque sea.
Esta situación de todos contra mí me fanatizaba, porque ahora tengo rivales. Si uno no me alcanza, tengo a todos, mejor. Eso fue tan icónico de mi adolescencia que en la misma clase nos estábamos basureando y la profe de lengua se metió. Cuando la profe de lengua explicó esto, les decía: "bueno chicos, cuenten". "No, Gabriel dice que no va a ganar". "¿Y vos, Gabriel, qué decís?" "Les voy a ganar, son todos unos muertos, soy mucho mejor que ellos". Toda la clase así, diciendo "qué arrogante este tipo", diciéndome un montón de boludeces. Y la profe me dice: "bueno, si vos perdés, Gabriel, vamos a poner una cartelera en la escuela diciendo que Gabriel perdió la partida". Yo digo: "perfecto, te acepto esto, pero quiero la cartelera si yo gano también".
Eventualmente fuimos a jugar a un ciber, que en esa época era lo que se hacía porque la gente no tenía internet. Jugamos la partida de Quake 3 Arena, gané 70 a 23, aplastante la victoria. Tremendo. Una de mis memorias más felices de toda mi vida es tener a todos en contra y ganar. Para que se den una idea de la diferencia que había en el juego, a este grupo de amigos les tomó 7 años ganarme la primera partida de todos ellos juntos contra mí en el Quake.
Cuando tuve ese período de tratar de ganarle a mi hermano, no era joda, era en serio que quería ganarle. Para mí cada partida que jugaba, cada error que cometía, era una gastada de mi hermano. Horrible. Pero después voy llegando a la adolescencia y digo: "che, esto de los juegos medio que no va, no es una vida, no podés ser un profesional, ya tengo 16, estoy buscando algo que hacer para vivir".
El Go y el Sueño de Ser Profesional
En 2002, ya había pasado la crisis del 2001, estábamos sufriéndola, pero en 2002 digo: "bueno, ahora tengo que ponerme en serio porque la situación económica no es fácil". Me dije: "si para el invierno no encuentro algo que hacer que me interese, voy a dedicarme a ser profesional de StarCraft". Era bueno, pero no era profesional. Tenía que dedicarme en serio para aprenderlo bien. El StarCraft fue uno de los primeros juegos del que te podías volver profesional, juegos digitales. El Quake tuvo conferencias, pero era muy difícil ser profesional. El StarCraft pegó mucho en Corea y había plata.
Pero acá llegamos a la historia central de este episodio: ¿qué me pasó en 2002? Veo un anime que se llama Hikaru no Go, que es sobre un chico que descubre el juego y empieza a jugarlo, empieza a descubrir la pasión por el juego y decide ser un profesional. El anime es totalmente real a cómo es el proceso de Go en la vida real, es realista y es un mapa de cómo transformarse de cero a profesional en este juego. Así vi el juego. Yo no sabía que existía antes y dije: "quiero aprender esto a ver qué onda".
Me anoto a un curso con Franklin, un profesor de matemática que daba clases de principiantes de Go en la Asociación Argentina de Go. Yo era el único pibe, el único que no era mayor de edad. Todo el resto eran estudiantes universitarios. Así que ya entré a estudiar Go y era el único joven. Al principio fue un proceso de exploración, de divertirme, de tratar de entenderlo, pero a los meses tuve una partida con Franklin, mi maestro, que me hizo click al juego, entendí algo. Cuando salí de la asociación, ese día que le gané la partida a mi maestro, dije: "voy a volverme profesional". Ya tomé la decisión. Esto es lo que tenía que hacer.
¿Y qué es un profesional de Go? Esto es muy importante porque profesional normalmente es alguien que vive de eso, que o tiene un título universitario, o hace plata. Pero profesional en Go es distinto. Profesional es un título que te ganás principalmente en un torneo. Llegar a ser profesional habla muchísimo de tu habilidad. ¿Cuántos profesionales de Go hay en el mundo? El Go es más popular en Asia, hay más de 10-15 millones de jugadores en el mundo, o por ahí más, y en general hay menos de 15 profesionales nuevos por año. Eso ya da indicaciones del nivel de competitividad que hay para ser profesional. Estamos hablando de que sólo 15 personas de millones llegan a la categoría de ser profesional.
Yo entendía un poco de cómo funcionaba llegar a esos niveles y en parte porque Argentina tenía una leyenda, una leyenda mundial que se llama Fernando Aguilar. Aprendió de pibe desde los 14 años a jugar y desde los 19 años hasta esa fecha, 2002-2005, prácticamente fue el único campeón argentino, el jugador más fuerte de toda Iberoamérica. Tenía un rival que se llama Eduardo, con el que tuvieron una rivalidad. Eduardo ganó un par de partidas importantes contra él, pero Fernando ganaba la enorme mayoría y terminaba representando a Argentina e Iberoamérica en un montón de torneos internacionales.
¿Pero qué es lo que le hizo la leyenda mundial? Que él, como amateur, en un torneo de envergadura, le ganó a dos profesionales seguidos. Eso pasó en 2002, el año que yo empecé a jugar el juego. Era una historia de inspiración que un amateur llegue desde Argentina y estaba cerca mío. Se podía lograr esto. Una inspiración tremenda.
En 2002 empiezo mi primer torneo nacional argentino, donde me venían diciendo: "mirá qué serio este torneo, vos sos principiante, llevás 6-7 meses jugando, no es para boludear este torneo". Yo decía: "no, no, yo estoy jugando a ganar, a ganar el torneo". Me decían: "¿para qué si no lo vas a ganar?" Yo decía: "yo juego a ganar". Salí anteúltimo en el torneo. Gané solo una partida de 8 y fue un gran aprendizaje para mí, competir contra un montón de gente que me reventó.
Pero algo interesante pasó en ese torneo. A pesar de que era anteúltimo, Fernando Aguilar mandó un mail diciendo: "che, nunca vi a una persona progresar tanto dentro de un mismo torneo. Las partidas de Gabriel del principio al final tienen un gap gigantesco. Acá hay muchísimo potencial". Imagínense, yo 16 años, un sueño de ser un profesional de un juego y que alguien con tanta envergadura reconozca mi talento, mi hambre. Fue una validación para mí de que estaba en el camino correcto.
En la Navidad de 2002, no tenía ni un año jugando todavía, mi tía me pregunta: "¿todavía estás con Go?" Porque yo en esa época practicaba un montón de boludeces y las abandonaba. Hacía artes marciales, hacía olimpiadas de filosofía, agarraba cualquier cosa porque estaba buscando qué hacer con mi vida. Me acuerdo que ella me dice: "¿y esta es otra más que vas a abandonar?" La miro y le digo: "no, no, no. Yo dentro de tres años, en 2004, voy a salir tercero en el torneo argentino y por reglas del torneo me va a tocar representar a Argentina en el Mundial Amateur de Go". Yo tenía 16 años y tenía un plan de tres años de qué iba a hacer con mi vida. Mi plan era que iba a ir a Japón y me iba a quedar a vivir en Japón, porque allá están todos los profesionales, no están en Occidente.
Mi dedicación al juego realmente era absoluta. Empecé como amateur jugando unas partidas por semana, después 5, después 10, después todos los días. Después estudiando, después de volver de la escuela, después antes de ir a la escuela, después en la escuela. Los bancos de la secundaria tenían todos los tableros de Go donde hacía problemas y estudiaba yo. La secundaria la sobreviví, no me interesaba en lo más mínimo. Yo iba a ser profesional de Go y aprender las pelotudeces que enseñaban ahí no me servían para nada.
Además, una cosa interesante del proceso de dedicarse a un juego de mesa como Go es que yo era un adolescente, súper feral y combativo a esa edad. Si ustedes me conocen a mí, que me agarran discusiones con cualquier persona, no se imaginan lo que era adolescente. Era un desastre, me peleaba con todos, a mí mismo me resulta desagradable las cosas que decía, imagínense. Pero el Go fue algo muy transformacional porque como juego no es como el ajedrez que es tan táctico. El Go tiene mucha ambigüedad, tiene muchos componentes como si fuese un lenguaje. Entonces, si vos estás enojado, si vos estás sobre arrogante y todas esas cosas, te afecta cómo hablás en el tablero y jugás peor. El Go te obliga a buscar un balance, te obliga a centrarte, te obliga a entenderte a vos mismo, porque si vos tenés emociones que te interrumpen, no ves con claridad el tablero. Hay un proceso filosófico muy fuerte en cómo volverse bueno en un juego como el Go.
Yo seguía estudiando intensamente mientras tenía estas transformaciones personales, y era raro porque nadie lo entendía. En la escuela, vos te pensás que yo iba y les decía "me voy a dedicar al Go", no entendían nada, no sabían ni qué era el juego. Y mi familia tampoco entendía lo que estaba haciendo. Era un universo distinto, este juego existe en Asia, en Occidente prácticamente no existe. Imaginate que yo les decía que me iba a ir a vivir a Japón, no entendían nada. Mi familia pensaba que era un sueño de un pibe adolescente. Crédito para mi familia, especialmente para mi mamá, que me veía que me lo tomaba apasionadamente, no lo entendía, pero no me interrumpía. Me decía: "bueno, hacé lo tuyo, ¿qué voy a hacer?" Obviamente de más grande, mi mamá me dice: "igual, ¿qué hubiese hecho si no te iba a poder frenar? Entonces lo tenía que aceptar porque no tenía opción". Y es medio cierto, realmente sentía un sentido de propósito en lo que estaba haciendo.
Competencia, Adversidad y la Asociación
Pasaron un par de años de este proceso de entrenamiento y de estudio, toma muchos años volverse bueno en Go, y a los 18 años, ya pasados como tres años, empecé a tener nuevos rivales, nuevos desafíos. El primer enemigo era la mismísima asociación de Go, porque yo me volví fuerte y ser fuerte te vuelve transgresor, te vuelve una persona que ahora tu opinión es importante. Y si yo voy con mis tonos que conocen de mi Twitter y esas cosas, le caigo mal a la gente y le cae mal a la dirigencia de la asociación. La asociación de Go me odiaba, cambió y modificó reglas de torneo todo el tiempo para cagarme, literal. Cuando me tocaba ganar un torneo me ponían más partidas, me movían las reglas, siempre todo en contra mío, nunca tuve una buena y siempre me sacaban oportunidades porque realmente me odiaban y yo me peleaba muy abiertamente. Yo tiraba sillas, agarraba sillas y era listo, se acabó. Ustedes son unos farsantes, una pelea total, abierta, constante.
Una parte era porque era adolescente y combativo y transgresor y otra parte era que hay un culto en Argentina con Fernando. Obviamente Fernando es una leyenda mundial, es como un Maradona de Go y había una adoración, todos eran alumnos de Fernando. Fernando un tipo espectacular, lo banco con toda, pero la comunidad que se había armado de culto era como una estatua, lo tenían que hacer oda. Entonces si Fernando decía algo se hacía y si yo decía algo había que hacerlo en contra.
¿Y qué era lo que era transgresor mío? Para mí Fernando no era un maestro, era un rival, yo le quería ganar a Fernando. Yo decía esto abiertamente: "yo voy a hacer esto y voy a ganarle a Fernando". Era muy transgresor para gente que lo adoraba. Pero para mí ellos son una manga de mediocres, siempre como veían a Fernando como una adoración, apuntaban a ser segundos o terceros. Todos los jugadores fuertes apuntaban a, bueno, por ahí puedo llegar a ser tercero, qué sé yo. Yo digo: "no, yo quiero ser primero, loco. Además yo quiero ser primero en otros países, así que para mí Fernando es una persona en el medio nada más".
En 2004, a los 18 años, cumplí mi prometido de los 16 y en mi tercer año de jugar algo salí tercero en el torneo argentino. Partidas más, partidas menos, gané la representación de Argentina en el torneo mundial amateur que era en Japón. O sea, lo representé a todos los argentinos que estén escuchando. Yo fui representante de ustedes en la escala mundial y mi plan era si iba a Japón podía conseguir un sponsor y con un sponsor me podía quedar en Japón y estudiar el juego con profesionales, con una estructura mayor. Yo aprendía online, aprendía por internet y por libros, pero no tenía esa constante exposición a un sistema profesional.
Me fue muy bien en el torneo, gané cinco partidas de ocho, que es un montón para la experiencia que tenía yo, y como que yo esperaba que por solo tener un buen resultado venga alguien y me diga: "che, ¿no querés volverte profesional?" Re boludo. En realidad pensé eso porque era la historia de otra persona, de una chica que se llamaba Diana Kosegui, que lo contó así, pero seguro no fue así. Yo lo entendí como que había gente que miraba los resultados del torneo y listo, con decir que quería ser profesional alcanzaba. Fui a Japón, volví a Argentina y dije: "che, me fue bien y no tuve ninguna oportunidad". Después me explicaron un poco: "¿pero qué esperabas, que venga mágicamente la oportunidad? Tenías que ir y tocar la puerta de los lugares". Mucha bronca me dio eso porque no me di cuenta.
Empecé a averiguar para conseguir un sponsor en Japón y en general me dijeron que ya no tomaban más sponsorships porque el Go en Japón se estaba medio muriendo, como bajó la popularidad, bajó la plata, como que no era un momento lindo para gastar en la comunidad. Eso fue horrible porque yo digo, aún si pudiese volver a Japón no tendría un camino a ser profesional, sino un sponsor que me dé estructura. Yo ya no podía aprender nada en Argentina. Yo necesitaba realmente muchísima más inversión, muchísimos más torneos, muchísima más experiencia que no me da jugar con la gente que estaba en Argentina. Yo ya era muy fuerte, solo tenía a dos personas más fuertes que yo en Argentina.
El problema es que, a pesar de que siendo el tercero en Argentina y como abajo de 30 años yo era el mejor de Iberoamérica, las chances de viajar a Japón eran muy pocas y el viaje era muy caro, yo no tenía plata. En esa época viajar a Japón costaba 2.000 dólares, que a precio de hoy es 4.000 dólares. Era solo el pasaje eso, después de dónde sacaba plata para vivir. Yo no lo podía pagar, si no ganaba un torneo y me ganaba un poco de plata o un pasaje.
Y lo peor de todo es que por reglas del torneo, yo me tocó representar a Argentina por ser el tercero, por algo que se llama reglas de rotación, pero si quería representar a Argentina el año que viene tenía que salir primero por las reglas y significa que tenía que ganar a Fernando, un tipo que era una leyenda y llevaba 40 años jugando al Go, yo llevaba tres años y medio y era como que ahora no puedo volver más a Asia. ¿Y ahora qué hago, que espero dos años para poder volver a Japón y estudiar? No puedo frenar mi vida dos años con la esperanza de ganar un torneo e irme a Japón, tengo que hacerlo ahora.
Realmente 2005 fue un momento sin esperanzas y sin futuro, sin carrera, sin trabajo, sin nada. Estaba casi clínicamente deprimido por la situación, no sabía qué hacer. Fui a mi plan B en un momento, que era programación, porque como oficio para mí lo podía hacer, ya sabía programar, y me acuerdo que voy a la facultad exacta de la UBA a la noche, como oliendo qué es lo que puede ser el plan B, y ver un edificio que yo sentí que era como decadente, como apagado. Para mí era como la muerte elegirlo, porque yo tenía toda esta pasión por el juego y no tuve la oportunidad de aplicarlo, no tuve la oportunidad de jugármela, de jugar un torneo profesional, de darlo todo. Siento que puse toda esta inversión en algo que no llegaba a ningún lado.
Pero a pesar de sentirme así, todos los días estudiaba igual. Ya estaba en la facultad, en realidad hacía el CBC pero no iba a las clases, estaba anotado nada más, no estudiaba eso, yo era un profesional de Go. Me despertaba todos los días, estudiaba entre 10 y 12 horas, lunes a lunes, y yo seguía dándole, leyendo los libros, estudiando, practicando, jugando, jugando torneos internacionales, tomando clases, hablando con profesionales. Yo seguía dándole sin tener una esperanza. Fue un momento muy feo, tuve momentos de gran debilidad también. Porque yo soy agnóstico, pero la verdad que en ese periodo le rezaba como al universo. Le decía: "por favor, dame una oportunidad, no puedo estar poniendo tanta fuerza o tantas ganas en algo y que se muera así, que tenga que esperar dos años, yo no puedo esperar dos años". Realmente rezaba, literalmente mi mente le decía: "por favor, dame algo".
Y bueno, el universo respondió. De la nada, en más o menos agosto o septiembre de 2005, a Argentina le mandan una invitación a un torneo por equipos en Corea. Corea estaba subiendo en su comunidad de Go, la plata estaba subiendo, las oportunidades estaban subiendo, y bancaron este torneo. Invitaron a Argentina e invitaron a tres personas, o sea que yo podía entrar: primero Fernando, segundo Eduardo y yo tercero. Yo ya era tercero del torneo Argentina. O sea, vino del cielo una oportunidad con exactamente la cantidad de posiciones que necesitaba yo para poder viajar garantizado. No saben el sentido de propósito que sentí en ese momento. Era como rezarle a Dios y que te responda.
Obviamente, apenas apareció este torneo, la asociación se pone a inventar reglas para cagarme. Primero que nada hay que entender algo de torneos, que es el torneo más sencillo del mundo, el sistema de torneo más sencillo del mundo, es el eliminatorio simple. Se arman brackets, uno juega contra otro, la primera partida que perdés quedás afuera. Este es el sistema más sencillo, pero también es bastante deficiente, porque en un torneo eliminatorio cualquiera puede perder una partida por mala suerte, por chances, por lo que sea, y quedás afuera, a pesar de que vos puedas ser el más fuerte. Imagínense en la copa del mundo, si en lugar de la etapa de grupos fuese todo eliminatorio. Argentina jugó con Arabia Saudita, pierde y se queda fuera del mundial. Entonces, ¿es más fuerte Argentina que Arabia Saudita? Sí, sin duda, pero siempre está la chance de que vos pierdas, en el Go pasa lo mismo, no es un juego determinista. A veces gana el más débil.
El sistema eliminatorio es muy eficiente en términos de cuántas partidas jugás, porque encontrás rápido a un ganador, pero aun si sos el más fuerte, las chances son que vas a perder el torneo, porque tenés que hacer como 10 tiradas de moneda, por ejemplo, y alguna te va a salir mal, y quedás afuera. Es un mal sistema.
El torneo argentino es un torneo con el sistema suizo, el sistema suizo es muy distinto, no hay eliminatorias, se juegan tantas rondas como en un sistema eliminatorio o una más, dependiendo de la situación. Para elegir el campeón es más o menos lo mismo que un eliminatorio, pero la ventaja es que todos juegan contra todos. Cuando jugás una ronda y ganás, en tu próxima ronda vas a jugar con un ganador, y si perdés, vas a jugar con un perdedor. Lo que va pasando en el torneo es que a medida que progresa, vas encontrando gente en tu mismo nivel, porque dejas de jugar con los ganadores, empezás a jugar más con los perdedores, todos juegan 8 partidas, se va armando un ranking. Tiene mucha más precisión, no solo para determinar el más fuerte que un torneo eliminatorio, sino para armar todo un ranking, que puede ser muy importante cuando te importa saber quién es el segundo, quién es el tercero, quién es el cuarto.
El torneo argentino es suizo y yo quedé tercero con un puntaje que demostraba con bastante confianza que era el tercero. Históricamente, en Argentina, ser el tercero, por reglas de rotación, hubiese alcanzado para representar a Argentina en el torneo mundial. Pero justo el año que me tocó a mí ser tercero, inventaron el mini torneo. El mini torneo era: "che, el suizo es medio medio, tiene algunas deficiencias, porque dependiendo de quiénes son tus rivales, podés tener suerte en caer tercero, cuarto, quinto. Entonces necesitamos más evaluación, más partidas". En general, mientras más partidas hacés, más precisión tiene tu resultado. Pero el torneo que eligieron para el mini torneo era un eliminatorio simple. El eliminatorio simple es peor que el suizo, entonces estamos cambiando un torneo que tiene mucha precisión por uno de menos precisión. Y a mí no me conviene esto, porque yo era el más fuerte, pero ahora tenía que jugar tres o cuatro partidas más, son tres o cuatro tiradas de moneda, que por más que todas sean favorables para mí, las chances de que pierda una son muy altas.
Yo les decía: "no hagamos el eliminatorio simple, hagamos round robin". Round robin es el sistema de torneo donde todos juegan contra todos, y yo decía: "juguemos un round robin de dos partidas". Más parecido como es la etapa de grupos del mundial, que todos juegan contra todos, una sola en el mundial. Yo decía: "juguemos dos, porque eran pocos jugadores". Entonces una te puede tocar con mala suerte, pero juguemos dos. Me decían que no, que eran muchas partidas para un torneo amateur, para la organización era muy oneroso, y que se iba a decidir con un eliminatorio porque quería menos partidas. Yo decía: "pero esto no tiene sentido, gente, estamos eligiendo un representante para Argentina en la etapa mundial, tenemos que ponerle más ganas a esto. Además, el representante va a viajar a Japón una semana, tiene que jugar diez partidas, tiene que quedar bien". Propuse que hagamos un eliminatorio doble, que es que podés perder una, pero después tenés que ganar más partidas para quedar. Pero eso ya sube mucho menos la cantidad de partidas que hay que hacer que un round robin, pero yo era el más fuerte para ganar ese mini torneo, y eso me daba un changüí, me reducía mucho el riesgo a mí. Me dijeron que no, el mini torneo era eliminatorio simple y es así, y juegan el top 8 del torneo. "Gabriel, vas a tener que ganar las partidas otra vez".
Esa fue la primera vez que me cagaron con el sistema de torneo, que no me gustó nada. Yo dije: "bueno, está bien, si lo que nos importa es elegir el más fuerte, hagamos el mini torneo para todos los torneos internacionales". Porque yo estoy hablando del amateur, pero hay otro profesional que era la Fujitsu, le pagaba Fujitsu. Ese es el torneo donde Fernando Aguilar le ganó a dos profesionales. Se juega por plata, te pagan, vos ganás las partidas, te pagan miles y miles de dólares. Yo decía: "bueno, entonces denme una oportunidad más a hacer un eliminatorio ahí, en ese torneo, porque juego más partidas". Y ahí me decían que no, porque el eliminatorio no era tan preciso como el suizo, y el suizo ya determinó quién era el más fuerte. Entonces nuestro criterio para elegir al más fuerte es el del torneo argentino. Yo digo: "dale, cuando a mí me conviene jugar más partidas, es muy oneroso. Y cuando quiero jugar más partidas en otro torneo para elegir el más fuerte, me decían que no, que no era el criterio correcto". Entonces me cagaban de los dos lados.
A mí me da mucha bronca esto, yo lo peleaba bastante, pero siempre decían en contra mío. Y ahora vino este torneo de Corea, y había que elegir, la asociación dijo muy claramente: "tenemos que elegir a los más fuertes". Yo, excelente, el criterio para elegir a los más fuertes es el posicionamiento del torneo argentino, como hicimos para la Fujitsu. Listo, ya está, yo estoy tercero, eligen tres posiciones, Fernando, Eduardo y yo entramos los tres y se acabó. Dijeron: "no, no, no, no, no, para. Porque en realidad nos conviene elegir, jugar más partidas para elegir al ganador. Así que vamos a agarrar, como en los mini torneos, al top 8 del torneo argentino y que jueguen un round robin entre todos". Yo digo: "me están gastando, siempre me dijeron que no se podía, que eran muchas partidas, que no convenía". Entonces yo dije: "no, no va esto, ustedes tienen que usar el mismo criterio que era para la Fujitsu". Me dijeron que no, no van a hacer ese criterio. Y después yo le digo: "bueno, van a poner este torneo, ahora quiero un round robin para la Fujitsu". Me dicen: "no, porque son muchas partidas". Y bueno, sí, así era todo el tiempo, eran ideas de reglas de cómo se elegían criterios, pero todas eran ad hoc y todas eran para cagarme a mí. Y no sólo eso, en ese torneo metieron a otro que no había entrado en el torneo argentino. O sea, hacían lo que se les cantaba el culo y yo siempre era la variable de ajuste en esos temas.
Y aquí hay una lección que te quiero dejar, Luna: siempre que alguien haga las reglas, las hacen contra tuya, las hace para cagarte. No le creas a nadie que inventa reglas y esto pasa sencillamente porque el que pone las reglas no paga el precio de poner malas reglas. Y esto aplica para todo: va a aplicar en la escuela, va a aplicar en torneos, va a aplicar en tu trabajo y va a aplicar con tu papá. Las reglas que te invento yo son realmente para mi beneficio, no están pensadas para vos. Es siempre "comé tu brócoli o hay helado" y después no hay helado, lo hago para cagarte. Es lamentable, es así, es la raza humana, es como somos de personalidad. A mí simplemente me tocó sufrirla en la situación de Go.
Pero la verdad que más allá de que yo peleo todo, todos los detalles, el resultado de este torneo realmente lo sabía en mi corazón, lo sabía en el fondo porque el universo no me hubiese dado esta oportunidad para sacármela después. Realmente ya sabía lo que iba a pasar, era como que yo sentía que éramos observadores de este torneo, ya había pasado los resultados. Y Maestro Franklin me pregunta: "¿cómo te sentís para los torneos?" Y yo le digo: "calma, tengo una total paz". Entiendan que en este torneo, si yo no salía en los primeros tres, se me moría mi carrera de Go. Esta era mi última oportunidad.
Jugamos el torneo y empieza el torneo y me toca el primero, el segundo y tercero históricos de Argentina, todos seguidos me tocan. Yo digo: "obviamente, el universo me la está armando acá, me la está dejando servir". Jugué ocho partidas seguidas y gané todas. Le gané al tercero, le gané a Eduardo y le gané a Fernando Aguilar. Fue la primera vez en la historia de la asociación de Go de Argentina y de toda Iberoamérica, en 40 años, que alguien le ganó a Fernando y a Eduardo a la vez. No existía la persona. Ellos tenían una rivalidad entre ellos y vino un tercero y le ganó a todos. Y nacido en Argentina, porque a veces aparecía un asiático que había entrenado en Asia, pero eso es medio como injusto, diría. Fui la primera persona.
La única persona que, cuando logré esto y salí capitán del torneo por equipos de Corea, el único que me felicitó fue Franklin, que fue mi maestro, que me enseñó a jugar al Go. El resto de la comunidad, especialmente la gente que dirigía la asociación de Go, jugaron calladitos.
Profanity warning
Qué pijazo que se comieron, qué pijazo se comieron. Ustedes pensaban que yo no iba a quedar en ese torneo y les gané a todos, hijos de puta. Me trataron de dejar afuera y perdieron, perdieron. Pero no sólo eso, se comieron esa. Y después tuve el torneo argentino y le gané a todos otra vez. Y después tuve otro torneo argentino y salí campeón de Argentina. Me cagaron con las reglas a los tres. A los tres me cagaron con las reglas. Me hicieron perder partidas, me hicieron jugar en desventaja, me pusieron las reglas en contra. Y las tres veces se comieron el pijazo. Tremendos mediocres son ustedes. Encima unos pelotudos. ¿No entendían que mientras más difícil me la hacían, mejor jugaba yo? Yo me nutro de los adversarios. Son tremendos pelotudos.
Fin del cuadrito de profanity
Corea, el Límite y el Cierre
Me tocó ir a Corea y esta vez sabía perfectamente que no podía dejar desperdiciar esta oportunidad. Así que empecé a hablar con gente y a buscar un sponsor, una escuela que me tome. En ese camino me cruzo con un profesional ruso que me hace el gancho con una escuela y me dice: "mirá, yo te puedo enganchar con una escuela, pero ¿para qué? Nadie vuelve sano de este viaje. Lo que estás por hacer, nadie vuelve bien". Yo sabía eso porque lo había visto varias veces. Menos de 30 personas en todo Occidente intentaron ser profesionales de Go en Asia. Más o menos estimado en ese número. Y en general la mayoría, cuando hacen un periodo de entrenamiento en Asia, vuelven y dejan de jugar Go. La mayoría. Yo ya sabía eso y ya sabía por qué también. Pero no podía desperdiciar esta oportunidad que yo la recé. La tenía que tomar. Tenía que llevarla hasta el final.
El torneo fue divertidísimo. Había varios europeos que estaban en shock conmigo porque ellos eran más fuertes que yo. Yo no era tan fuerte a nivel escala internacional, pero llevaba tres años jugando nada más. Y además salía de un espacio donde no tuve tantas partidas o tanto espacio. Entonces me decían: "che, ¿de dónde salió este tipo? Le ganó a Fernando, que todo el mundo lo conocía. No lo conocemos, no tiene torneos de resultados internacionales, pero tiene estos resultados. ¿Quién es este tipo?" Literal, me decían eso.
Me acuerdo también que en esa época me tocó visitar la asociación coreana de Go y me invitan a una habitación donde juegan las partidas los profesionales y tenían un tablero de kaya. Kaya es el nombre japonés de la madera que usan para los tableros que cuestan miles de dólares. Es un árbol milenario y me acuerdo ver el tablero y decir eso: "me está esperando el tablero. O yo voy a ser profesional o voy a jugar en ese tablero".
En Corea, la escuela que conseguí era la escuela del hermano de Lee Sedol, que es el que años después perdería contra AlphaGo como en la última frontera contra la inteligencia artificial. Justo por el torneo nos tocó todo el equipo argentino visitar la escuela, a la escuela en la que me iba a quedar después del torneo. Fernando y yo jugamos con los pibes y es un poco como un amistoso. No es una partida muy seria, pero hay que jugar bien. Es medio como un ranqueo para ver en qué nivel estás comparado con la gente de la escuela. Es una experiencia, es para jugar, para ver dónde está cada uno. Fernando y yo jugamos nuestras partidas. Yo gano la mía y él pierde la suya.
Pero los resultados del ranqueo pueden llegar a sorprenderles porque las escuelas de Go son para menores de edad. ¿En qué nivel estábamos Fernando y yo? A nivel 12 años. Nuestros rivales tenían 12 años. Los pibes de 15 estaban muy lejos de lo que podíamos jugar nosotros. ¿Por qué pasa esto? En Corea, el Go es como una materia de primer grado. Millones de chicos coreanos aprendieron a jugar al Go desde el jardín o desde la primaria. Lo juegan como si fuese su lenguaje nativo. Esto es como cuando ves prodigios de violín o de piano. Los juegan desde muy chicos y de los millones que lo juegan, algunos lo levantan. Y de los que lo levantan, algunos son muy buenos y esos los mandan a las escuelas profesionales. Y muchos de esos no llegan a ningún lado.
Esto de darse cuenta que algo vos, como más o menos un adulto, un young adult, le dedicás decenas de horas semanales, esfuerzo personal en tu espíritu, en tu transformación filosófica, y un pibe de 11 o 12 años te gana una partida, es lo que destruye a la mayoría de la gente que va a Asia a estudiar profesionalmente. Los destruye. Es muy feo darse cuenta que un pibe que ni piensa o es prepúber, es mucho mejor que vos en lo que hacés, en lo que decidís hacer. Yo estaba preparado igual, porque el anime Hikaru no Go es con pibes de 12 años. Yo empecé a los 16, un poco más grande, no mucho más grande, pero cerca dentro de todo. Entonces yo estaba preparado para esa experiencia, que es muy difícil.
Mi estadía en Corea fue transformativa. Estuve tres meses, tenía que jugar una liga de 10 partidas por semana. Más o menos estuve tres meses ahí sin hablar, porque nadie en la escuela hablaba inglés. Me enseñaban a través del tablero, que como expliqué antes, el juego es muy comunicacional, así que no había ningún tipo de límite, con ver el tablero alcanza para comunicarse, pero era como que no hablaba, una experiencia muy intensa. Mi meta ahí era subir de liga, o sea, me pusieron en una liga, más o menos mitad de tabla de ligas, y la idea era que gane suficientes partidas para que me pongan en la liga de arriba. Son tres meses, la habilidad en Go toma mucho tiempo en armarse, no es fácil, pero en tres meses capaz lo lograba, esa era mi meta.
Quiero explicar por qué era tan difícil solo una meta de subir una liga, porque la competencia en Go es brutal, brutal. Recuerden, millones de jugadores y sólo 15 profesionales anuales. ¿Y cuántas personas intentan ser profesionales? Miles, miles de esos. Seleccionados desde tempranas edades y entrenados desde los 6 años. Para darles una idea del nivel de competencia, jugué un torneo de calificación para lo que es la liga de menores, como la liga menor. El torneo clasificatorio tuvo más o menos 200 personas y yo salí bottom tres personas. Creo que gané dos partidas nada más, pero de las peores partidas que podría haber ganado.
¿Cómo es ese torneo? El que ganó ese torneo entra en una liga de más o menos 20 personas que juegan 10 partidas por mes y de esas 20 personas el top 2 pasan a la liga siguiente. Y así hay 10 capas de ligas. Y si vos estás en la primera liga y mantenés tu primera posición consistentemente por un año, te dan el título de profesional. Entiendan esto: es como compararlo como que para ir a la universidad agarrás 10 secundarias y solo uno pasa. Ese es el nivel de competencia que hay. Es realmente brutal.
De hecho, el torneo que jugué yo, que salí casi anteúltimo, lo ganó un pibe de 9 años que no se volvió profesional. A pesar de que yo era más grande porque empecé el juego mucho más tarde, mi progreso realmente era categoría mundial. Llegué a 5 dan la escala coreana en cuatro años de estudio. Muy poca gente en la historia logró esto. Más allá de los prodigios que hay, realmente llegué a un progreso increíble. Los profesionales coreanos me decían que si yo hubiese nacido en Corea, tranquilamente sería profesional. Si hubiese nacido en Corea, hubiese recibido el entrenamiento desde chico. Pero yo empezaba de atrás y en esos tres meses que estuve ahí mejoré un montón. Vine a hacer lo que quería hacer, que era volverme mucho más fuerte y acercarme a mi meta de ser profesional.
Pero acá hay una parte que no tomé en consideración: los chicos con los que jugaba también mejoraban. Yo era más fuerte al final de esos tres meses, muchísimo más fuerte, pero los chicos con los que jugaba también eran mucho más fuertes. Entonces escalar la liga no era solo volverme mejor, era volverme mejor más rápido que los otros. Y los chicos que tenía enfrente, que tenían por ahí 12, 13 años, tenían 12 años pero empezaron a jugar a los 6. Tenían más experiencia que yo, más partidas que yo y una educación de Go de mucha mayor calidad. Y el pibe que tenía enfrente ya había abandonado sus chances de ser profesional. El pibe con más potencial, con más experiencia y con muchísima mayor selección de talento, no tenía esperanzas.
En la última semana del viaje de tres meses fue la navidad de 2005. No logré subir la liga. Mejoré, pero los otros mejoraron conmigo. Empecé mi proceso de aceptación: nunca voy a ser un profesional de Go. Realmente lloré todo el fin de semana. Fueron tres días de muchísimo dolor. Yo tenía sueños. Llevaba tres años y medio, casi cuatro, sufriendo todos los días un camino largo y con muchísimo esfuerzo, con muchísima transformación. Se me murió el sueño. Yo sabía que no iba a ser profesional. Además tuve que vivir esto realmente solo. Menos de 30 personas vivieron una experiencia así en todo Occidente.
Con esto tengo un mensaje también: la gente que me considera arrogante o soberbio, realmente no tiene mucho que enseñarme de humildad. Yo tuve que abandonar una carrera y un sueño y un sentido de propósito de mi vida porque perdía con nenes de 12 años a lo que hacía. Tenía mucha bronca también porque sentía que di todo y que se me presentó esta oportunidad y la aproveché y la usé. Y el premio de esta oportunidad era el abandono total de las esperanzas. Por ahí ahora de más grande me doy cuenta que fue bueno porque me dio la oportunidad de hacer un closure. De decir: "bueno, esto no va a funcionar. Tengo que hacer otra cosa". A mí el plan B de ser programador me daba espanto antes, pero después, cerrado el camino de Go, estaba bien. No era que lo odiaba. Era que simplemente no era lo que tenía que hacer. No era el momento justo para mí. No lo podría haber hecho bien.
Programación, Silver.dev y el Sentido de Propósito
Obviamente ahí empecé un reencamino de mi vida muy importante. Yo tenía un plan de irme a vivir a Corea o Japón y ahora es: "vuelvo a Argentina y ahora voy a ser un argentino". Empecé a hacer un poquito del camino normal. Me anoté en la UBA, hice el CBC. Por ahí vienen algunos de mis tweets hablando mal de la facultad. Para mí son todos vagos, loco. Yo venía de cuatro años de matarme todos los días para tener una chance de ganar una partida de mierda y en la facultad están todos boludeando. Los profesores llegan tarde, nadie le importa lo que hace. A mí no me gustó la experiencia de la facultad. Me pareció muy chota.
La verdad que el mercado de programación es muy generoso, muy generoso. Estar en el top 0.1% de Go es una vida de sufrimiento y hambre. Y ser el peor 10% en programación te pone comida en la mesa. Qué generoso este mercado, loco. Muy generoso.
Yo empecé la carrera más tarde que todos, a los 20 años, y la abandoné al toque. Odiaba la facultad. Hice dos materias, las hice en negro. Ni siquiera hay registros de que las di. Es fácil tener éxito en programación. Con poner un décimo del esfuerzo que le ponía a Go, pasabas a todos. La gente no lee libros. Yo leía libros, practicaba para las entrevistas, laburaba fuera de horario, laburaba fines de semana. Esto es todo fácil. La preparación por un torneo por ahí eran 60-80 horas por semana de estudio. Lo que se hace acá, nada. El esfuerzo de programación es nada. La gente qué vaga que es.
Hice mi carrera de programación. A los tres años, muy rápido, me tocó ir a Estados Unidos. Hice mi carrera allá. Llevé a esta carrera lo más que podía. Llegué a ser Staff Engineer. Llegué a trabajar en empresas de categoría. Pero con el tiempo, programación se volvió una cotidianeidad para mí. Quería hacer mi propio negocio. A mí me gusta el desafío, la adversidad. Volverme bueno en lo que hago. Ya programación, llegué a un nivel y digo: "ya está, ya no me interesa más. ¿Qué hay arriba de programar en Frontend, React todo el tiempo? Es todo lo mismo". Ahora Recruiting es lo que me llamó. Recruiting es lo que me da ese sentido de propósito.
Para mí la vida es realmente buscar esa cosa que tenés que hacer. Que tenés que hacer vos. Que tenés que hacer vos ahora. Y que el mundo te lo va a reconocer. Es principalmente interno. Pero cuando hacés lo que querés, no hay límites. Yo realmente amo ser recruiter. Muchos me preguntan: "¿cómo dejás programación por recruiting? ¿No paga menos?" ¿Cómo paga menos? Cuando tenía que ser programador, fui programador. Y cuando me toca ser recruiter, me toca ser recruiter y lo hago. Y realmente lo amo. Me encanta. Es una masa, boludo. Todos los días un quilombo. Todos los días un quilombo. No hay dos personas iguales. Todas me traen quilombos distintos. Está buenísimo.
Y Silver no es una changa para pagar la luz. Silver va a ser la mejor agencia de talento de Argentina. Vamos a ganar. Porque vamos a ganar porque jugamos a ganar. Yo juego a ganar. Juego a ganar y a dar todo. Y laburar 60, 80 horas por semana. Y laburar los fines de semana. Y romperla, loco. ¿Y cómo vivís la vida de otra manera para mí? ¿Cómo vivís la vida sin pensar en volverte lo mejor en lo que hacés? Yo entiendo que no se puede llegar. O sea, ser el mejor. Lo entiendo muy bien. Pero hay que hacerlo con toda. Y para hacerlo con toda, tenés que querer hacerlo. Tiene que ser el momento justo para vos.
Siempre me gustaron muchas cosas de recruiting. Pero la decisión de hacerlo profesionalmente con un negocio vino después. Pero empezamos muy bien, eh. Porque apenas empecé a hacer contenidos y en Twitter de recruiting, se me llenó de boludos Twitter. Boludos que me putean, que me dicen que soy un boludo. Bueno, muchas gracias, gente. Muchas gracias. Esa adversidad me funcionó toda mi vida. Me llena de energía y me guía. Ustedes me quieren lastimar. Me tienen que decir "qué bueno que sos, Gabrielito". Ahí me aburro. Pero yo necesito esa adversidad. Así que, si ustedes siguen mi Twitter y ven a otra gente que me putean y se frustran, no se frustren. Me están ayudando. Me están ayudando los que me putean.
Además, otra cosa que me dicen mucho de veitero, ¿no? Como que tengo tweets que dicen: "si usás Android quedás afuera", "si tenés la computadora en español quedás afuera", "que tenés que hacer todo bien", "que tenés que tipear rápido". Y la gente se enoja y me frustra y me debate estas cosas. A ver, yo sé que tengo un tono jodón de Twitter y exagerado y por ahí a veces hago cosas satíricas. Pero no es veite en el sentido de que es todo cierto. A mí personalmente me cuesta procesar que la gente no dé el 100% de lo que tiene para hacer las cosas. Porque aún dando el 100% no alcanza. ¿Entienden? El éxito no está garantizado. Lo sé bien de primera mano. Yo le di cuatro años con toda a algo y no llegué a ningún lado. ¿Pero cómo vas a dar menos? Al menos si pusiste el 100% y no llegás, diste todo. ¿Pero cómo vas a dar el 90% y tirar tu vida así? ¿Cómo te arriesgás a sufrir tu propia mediocridad? Ni lo entiendo. No lo entiendo.
Pero bueno, yo quiero lograr muchas cosas con Silver. Y una de las cosas que quiero hacer es elevar la vara. La vara con la que cada programador se mide a sí mismo. Porque es más que compararse con otros programadores, o subir el salario, o compararse con americanos. Es compararte con el espejo. Es compararte con tu propio potencial. Si tenés solo una vida, si no ponés todo lo que tenés acá, ¿cuándo lo vas a hacer? ¿En la próxima? Bueno, la vida hay que vivirla para hacer todo. Para hacer lo que tenés que hacer en el momento que tenés que hacer y ponerlo todo. Y lo que salga, el resultado no lo controlás, pero lo que ponés sí.
Cierre
Acá vamos cerrando el especial. Realmente espero, Luna, que te interese esto. Probablemente como adolescente no lo quieras escuchar, pero en algún momento te va a dar ganas. Este episodio te lo dediqué a vos. Muchas gracias.
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